Las vacas son sometidas a explotación por su leche, carne y piel. Para que podamos disponer de todo esto en abundancia y a bajos precios, las vacas son criadas con métodos de ganadería intensiva y su vida se manipulan sin respeto alguno, totalmente en contra de la naturaleza:
Son alimentadas con piensos concentrados y de origen animal a pesar de ser rumiantes con un sistema digestivo diseñado para pastar, para digerir y transformar grandes cantidades de celulosa. Además los piensos están contaminados, y contienen restos de cadáveres de su propia especie.
Se les fuerza a parir desde los quince meses de edad, por medio del trasplante de embriones. Es decir, a las vacas de más valor se les estimula a ovular por medio de hormonas, y entonces se les insemina artificialmente. Cuando el embrión es pequeño se transfiere a una vaca nodriza de menor valor. A la vaca que produce embriones se la fuerza para recoger 6 embriones cada mes y medio. Cuando paren se les quita el ternero a los tres días del parto (rompiendo de este modo los fuertes vínculos emocionales entre ambos, privando a la madre de su cría y a ésta no sólo de su madre, también de su alimento natural, ya que debería mamar durante seis meses).
La vida de la vaca ideal, en libertad
Vacas felices
Se les ordeña intensivamente, forzándolas hasta segregar 30 litros de leche al día (cuando lo natural es que segreguen 3 litros para amamantar a sus crías). Por eso dos de cada diez vacas están cojas. También da lugar a importantes y frecuentes mastitis, las cuales transfieren a la leche pus y antibióticos. Igualmente se prolonga el tiempo de lactancia de seis a diez meses y medio, y al cabo de seis u ocho semanas se las vuelve a inseminar, ya que para seguir dando leche tienen que volver a parir. Serán ordeñadas incluso durante el siguiente período de gestación.
Tanto las vacas como los sementales viven hacinados y en estrechos compartimentos de madera donde no se les permite realizar ningún movimiento, con la cabeza sujeta a un abrevadero. En el caso de ser para la producción de ternera blanca (que es muy apreciada en algunos países europeos, y sus principales abastecedores son Castilla-León, Galicia y Aragón), se les priva de la luz del sol y se les alimenta con un líquido artificial.
Todos subsisten a base de antibióticos y hormonas y a pesar de la alimentación totalmente inadecuada para sus necesidades.
Los animales (la mayor parte de los 81 millones de vacas que hay sólo en la Unión Europea) viven tres o cuatro años, por el desgaste de las enfermedades que padecen y por el agotamiento a que se ha sometido su organismo. En caso de vivir más años su rendimientos sería más bajo y la carne de peor calidad, así que se les envía al matadero, para carne o piensos. La vida de la vaca en su ciclo natural habría sido de unos veinte años.
Hemos olvidado la ética con los animales, creemos que son sólo «cosas» a nuestro servicio. No queremos atender al sufrimiento extremo a que se someten para satisfacer nuestros hábitos y deseos, ya que no nuestras necesidades.
No obstante, la gran alteración de los procesos naturales tiene consecuencias que abarcan a todos los niveles de la cadena alimentaria, y un ejemplo de ello es la enfermedad de las vacas locas.
Enfermedad de las vacas locas
«“ Es la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), una enfermedad degenerativa y mortal del sistema nervioso central de las vacas. Se produce por un prión (proteína capaz de causar una infección) mutado, procedente de los despojos de ovejas enfermas de escarpia, que se añaden al pienso de las vacas, junto con otros desechos animales.
«“ Su equivalente humana es la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, que produce la destrucción paulatina de la médula espinal y del cerebro, presentando alteraciones en forma de esponja.
«“ Esta enfermedad nos mostró una vez más la proliferación de sustancias peligrosas legales e ilegales utilizadas en la explotación de animales destinados a nuestra alimentación (de los cuales la degeneración a que exponemos la vida de la vaca es sólo un ejemplo). Y expuso una vez más, la hipocresía y falta de escrúpulos de los que deberían velar por nuestra salud y nuestra información.