Los niños que reemplazan los productos lácteos enteros por sus versiones descremadas consumen menos grasa saturada, pero no adelgazan.
Un equipo de Australia halló que ni el peso ni el índice de masa corporal (IMC) había cambiado significativamente seis meses después de realizar aquel reemplazo.
De hecho, los niños que habían reducido el consumo de grasa lo compensaban consumiendo más calorías de otras fuentes, publica The American Journal of Clinical Nutrition.
A pesar de eso, reducir el consumo de grasas saturadas tendría otros beneficios, opinó el doctor Frank Franklin, profesor retirado de nutrición y pediatría de la University of Alabama en Birmingham, y que no participó en el nuevo estudio.
Por ejemplo, precisó, protegería a los niños de desarrollar enfermedad cardíaca a futuro.
Para el estudio, Gilly Hendrie y Rebecca Golley, de la Organización de Investigación Científica e Industrial Commonwealth, dividió en dos grupos a 145 niños de entre 4 y 13 años.
Le pidieron a un grupo que durante seis meses reemplazara los productos lácteos que consumían por su versión descremada. El otro grupo (control) no recibió consejo nutricional alguno.
Ambos grupos consumieron cantidades similares de lácteos y el valor total de calorías se mantuvo más o menos estable durante el estudio, financiado en parte por Dairy Australia.
Al inicio del estudio y a los tres y seis meses, un grupo de enfermeras entrevistó a los niños y a sus padres sobre el consumo de lácteos. Además, les extrajo muestras de sangre a los niños y les midió el IMC y la circunferencia de cintura.
El grupo tratado con lácteos descremados consumió menos grasa total. Al final del estudio, esos niños obtenían el 13.3% de las calorías totales de grasas saturadas, comparado con el 16.6% del grupo de control.
Ese fue un cambio significativo, según Franklin, pero aún por encima del 10% que recomienda el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. El experto señaló que los niños de Estados Unidos ingieren una dosis más próxima a la recomendada que los de Australia.
También se registró una reducción pequeña de los niveles de colesterol en el grupo que había reemplazado los lácteos, aunque el tamaño de cintura, el IMC y el peso se mantuvieron.
Según Greg Miller, del Consejo Lácteo Nacional que representa a la industria láctea de Estados Unidos, estos datos coinciden con estudios previos sobre niños en los que la leche tiene un efecto positivo o neutral en la composición corporal.
“Gran cantidad de investigadores sostienen que si hacemos que la gente consuma productos descremados o reducidos en grasa, lograrían ese efecto en el peso”, dijo Miller.
Pero, como muestra el estudio, los niños compensan las calorías perdidas con cualquier otro alimento. De modo que concentrarse solo en la leche no ayudaría, finalizó Miller.
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