Todos hemos oído alguna vez hablar sobre la importancia de los productos lácteos. Este no es el mito a desmentir. Sin embargo, hay quien afirma que la época en la que más hay que consumir es en la infancia o que el queso engorda. Otros, fuera de toda lógica, han llegado a afirmar que los adultos no deben tomar leche ni derivados lácteos, ya que estos son productos segregados por las madres para los que aún no pueden consumir sólidos.
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Mitos sobre los lácteos. ¿Son creíbles?
Todos hemos oído alguna vez hablar sobre la importancia de los productos lácteos. Este no es el mito a desmentir. Sin embargo, hay quien afirma que la época en la que más hay que consumir es en la infancia o que el queso engorda. Otros, fuera de toda lógica, han llegado a afirmar que los adultos no deben tomar leche ni derivados lácteos, ya que estos son productos segregados por las madres para los que aún no pueden consumir sólidos.
Para descubrir la realidad sobre las creencias que tenemos acerca de este grupo de alimentos, La Buena Vida ha hablado con Luis Calabozo, Director General de FeNIL (Federación Nacional de Industrias Lácteas) quien ha explicado todo acerca de los lácteos.
En primer lugar ha querido dejar patente la importancia del consumo de este tipo de alimentos debido a los beneficios que éstos presentan. Los productos lácteos, según afirma el experto, «ayudan al crecimiento, aportan calcio y masa muscular». Además, se ha demostrado que contribuyen a la regulación del peso corporal.
Respecto a las edades, tendemos a pensar que la etapa de vida en la que se han de consumir más lácteos es durante la infancia. Sin embargo, Luis Calabozo matiza que «se ha de destacar la adolescencia», ya que es donde se forma pico óseo. También pone el foco en otro grupo de edad, calificando también por sexo: las mujeres premenopáusicas para preparar la pérdida de calcio. Indica también que las personas que alcanzan la edad adulta no han de desatender el consumo de este grupo de alimentos puesto que una de las causas de mayor deterioro de las personas mayores es la pérdida de masa muscular y los lácteos ayudan a prevenir esta merma.
Especifica que para las mujeres de edad adulta que estén a las puertas de la menopausia no es necesario que consuman productos especialmente diseñados para este caso como se vende en algunas campañas publicitarias sino que «cualquier lácteo que tenga vitamina D -y todos la tienen- contienen lípidos que vehículizan la vitamina y hacen que se absorba el calcio».
En este punto, Luis Calabozo, profundiza en los beneficios de los lácteos clasificándolos en nutricionales y aportaciones saludables. Dentro del primer grupo, incluye que los lácteos tienen alto valor biológico, que contribuye a la regeneración de tejidos. Por su parte, los lípidos de los lácteos vehículizan vitaminas como la A, D, E y K. Los hidratos de carbono proporcionan energía. También incluye minerales como el calcio en sí mismo que es beneficioso, entre otros, para los dientes.
Respecto a las aportaciones saludables se encuentra el pico de masa ósea, la regulación del peso corporal y la mejora del perfil lipídico. Además, reduce el riesgo de hipertensión, disminuye los niveles de colesterol, favoreciendo la fracción HDL, que es el colesterol bueno.
A muchos nos ha pasado, que dentro de una dieta de pérdida de peso, el experto al que hemos acudido ha desaconsejado el consumo de queso. Sin embargo, Luis Calabozo afirma que se trata de una creencia, que sólo puede ser contestada a través de la ciencia. A este mito responde que «la grasa láctea no está en el centro de los problemas cardiovasculares, ni de la obesidad».
Respecto a esto, afirma que cualquier grasa en exceso es mala, por ello el queso en sí no engorda, es el abuso de éste lo que puede llevar al aumento de peso. Afirma que lo ideal es consumir entre dos y cuatro raciones de lácteos al día, lo que se traduce 40 gramos de queso graso y 80 de queso fresco.
Respecto a los otros productos lácteos, concreta que una ración corresponde a un vaso de leche o dos yogures. Aclara que el número de raciones varía según la edad. Los niños han de consumir un par de raciones diarias, los adolescentes entre tres y cuatro y los adultos, a excepción de las mujeres premenopáusicas pueden disminuir el número hasta dos o tres raciones diarias.
Para aquellos que no puedan consumir este tipo de productos debido a intolerancia o alergia a la proteína láctea, Luis Calabozo, Director General de FeNIL, también propone ideas.
Aquellos que sean intolerantes a la lactosa, diagnosticada -aclara-, se debe a que les es imposible metabolizar el azucar de los lácteos, por ello sufren molestias. Les recomienda cambiar a la leche sin lactosa. Aunque para intolerancias leves también aconseja acudir a leches, quesos y yogures fermentados.
Sin embargo, muchas de las intolerancias tienen que ver con haber consumido menor cantidad de ese nutriente. Por lo tanto «empezando otra vez a tomar lácteos, puedes beneficiarte poco a poco de manera que el propio organismo vuelve a producir lactasa».
Respecto a aquellos que sean alérgicos a la proteína láctea la solución es dejar de consumir este tipo de alimentos. Afirma que debido a la importancia de éstas en nuestro desarrollo, lo que debemos hacer es sustituirlas por la combinación de otros alimentos que aporten los mismos nutrientes.
Por su parte, el Director General de FeNIL afirma que el sector de los lácteos trata de lanzar continuamente novedades con el fin de adaptarse a todos los gustos del consumidor. Comenta a La Buena Vida que en I+D+i el sector lácteo es uno de los que más invierte.