La leche y sus derivados son alimentos de gran valor nutricional, ricos en proteínas, calcio y vitaminas. Sus propiedades hacen que sean especialmente recomendables para las personas mayores, porque previenen la osteoporosis, mejoran la flora intestinal y disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Además, hoy en día podemos encontrar en el mercado gran variedad productos lácteos enriquecidos con Omega-3, bífidus o fibra, que mejoran la asimilación de las propiedades de la leche y, en algunos casos, aumentan sus beneficios.
Lácteos que enriquecen el organismo
Los lácteos cumplen importantes funciones en las diferentes etapas de nuestra vida. Sobre todo cuando envejecemos, porque ayudan mantener la masa ósea y con la llegada de la menopausia contrarrestan las pérdidas de calcio y previenen la osteoporosis. De hecho, tres vasos de leche aportan uno 800 miligramos de calcio, cantidad diaria mínima recomendada para las personas mayores. Pero no son los únicos beneficios para el organismo que encontramos en los productos lácteos.
La leche de vaca está constituida, fundamentalmente, por agua, grasa, proteínas, lactosa, minerales y vitaminas, que varían en función de la región de procedencia de la leche.
• Los ácidos grasos de la leche son, principalmente, insaturados conocidos por su acción preventiva de enfermedades cardiovasculares; y poliinsaturados, linoleico (Omega-6) y linolénico (Omega-3), que reducen el colesterol. Pero si queremos controlar el peso, existen en el mercado productos desnatados y semidestanados, que también aportan a nuestro organismo las propiedades nutritivas de los alimentos lácteos.
• Las proteínas, de alta calidad y valor biológico, forman y reparan la piel, músculos, sangre, huesos y cerebro. Se clasifican en dos grandes grupos: caseínas (80%) y proteínas séricas (20%). Además, numerosos estudios han demostrado que reducen la hipertensión arterial y fortalecen las paredes del intestino delgado.
• El principal hidrato de carbono en la leche es la lactosa. A pesar de que es un azúcar, no se percibe su sabor dulce. No todos los productos lácteos poseen proporciones similares de lactosa, porque durante el procesado de fermentación baja su concentración, especialmente en los yogures y quesos. Los lácteos fermentados con bacterias son beneficiosos por su favorable actividad sobre la flora intestinal. Este proceso también minimiza los problemas asociados con la intolerancia a la lactosa.
• Minerales. La leche tiene un alto contenido en calcio, fundamental para la formación y regeneración ósea, que contribuye a la prevención de enfermedades como la osteoporosis. Además, los minerales ayudan a regular la frecuencia cardíaca y la transmisión de impulsos nerviosos. Los quesos son los lácteos que aportan más calcio.
• Vitaminas. La vitamina A contribuye a la formación y mantenimiento de los huesos, al igual que el calcio, y reduce las consecuencias de algunas enfermedades infecciosas; la vitamina B es necesaria para el cuidado del corazón y las arterias, además de aportar energía y ayudar a mantener una piel sana y flexibilidad en el tono muscular; y la vitamina D se encarga de regular el paso de calcio a los huesos, así como los niveles de calcio y fósforo en sangre.
En los últimos años, la industria alimentaria ha enriquecido los productos lácteos potenciando alguna o varias de sus propiedades. Así, encontramos leches, quesos, yogures… a los que se les ha añadido un aporte extra de nutrientes que ya poseían, como calcio; pero también se pueden enriquecer con fibra o fruta, alimentos que la leche no contiene en su origen.
Los lácteos enriquecidos más comunes son aquellos que añaden Omega-3 y bífidus activo, aunque también los hay con un aporte complementario de diferentes vitaminas, jalea real, frutos secos, grasa vegetal sin colesterol, etc.
Lácteos que enriquecen el organismo
Los beneficios del Omega-3
Los productos con Omega-3 se crean al sustituir la grasa natural de la leche (saturada) por poliinsaturada con reconocidos beneficios para la salud. La leche y lácteos, especialmente enriquecidos con calcio y ácidos grasos Omega-3, previenen las enfermedades óseas, las cardiovasculares y metabólica, regulando la presión arterial y reduciendo el nivel de colesterol y de los triglicéridos. Y si, además, la leche o el yogur contienen vitamina E, añadimos su poder antioxidante natural a nuestro organismo.
¿Qué son los bífidus?
Las bacterias conocidas como bífidus se encuentran principalmente en alimentos de origen lácteo, ya que se producen durante su fermentación. Los que más cantidad tienen son los yogures y los quesos. Los bífidus son los responsables de producir una enzima encargada de digerir la lactosa y hacer que la toleremos, al tiempo que aumenta la receptividad y asimilación de vitaminas y nutrientes.
En el mercado, existen infinidad de marcas que añaden bífidus activo a diferentes productos. Entre sus beneficios, destacan que ayudan a mantener la flora intestinal sana y segregan sustancias antibacterianas que nos protegen de los ataques de otras bacterias, virus u hongos. De hecho, la carencia de bífidus hace que estemos más cansados, tengamos peores digestiones y la gripe nos ataque con más frecuencia.
La fibra en los lácteos
Por todos es sabido que la fibra contribuye a un mejor tránsito intestinal y, al mismo tiempo, disminuye la absorción de colesterol y azúcar de los alimentos. Además, gracias a sus efectos saciantes, su consumo es muy recomendable para aquellas personas que quieren cuidar su peso.
Por todo ello, las empresas lácteas ofrecen yogures, leches, quesos… enriquecidos con fibra como, por ejemplo, cereales, que aportan un valor añadido a las propiedades de la leche.