Aproximadamente a un tercio de la población comerse un sabroso helado le produce un repentino dolor de cabeza, que normalmente desaparece en un intervalo de 10 a 30 segundos. Janusz Kaczorowski, de la Universidad McMaster, asegura que la sensación se produce cuando el helado, muy frío, toca el cielo de la boca. Al enfriarse los nervios del paladar, los vasos sanguíneos del cerebro se dilatan y generan migraña.
Un estudio publicado hace algunos años en la revista British Medical Journal revelaba que comer helado demasiado rápido aumenta hasta un 14% la probabilidad de sufrir este tipo de migraña, por lo que es recomendable tomar este alimento despacio. Además, es recomendable mantener el helado en el suelo de la boca mientras lo saboreamos. Y si entra en contacto con el paladar, simplemente hay que tocar con la lengua el cielo de la boca hasta conseguir que la temperatura ascienda.