Cuatro de las nueve enriquecidas en calcio aportan menos del declarado y seis hacen lo propio con otros minerales o con las vitaminas
Se han analizado en laboratorio y sometido a cata nueve leches UHT semidesnatadas enriquecidas en calcio (Central Lechera Asturiana, Président, Kaiku, Río, Lauki, Pascual, Puleva, Gaza y Celta) que se vendían en envases de un litro (ocho en brik y una en botella de plástico) y costaban desde los 0,71 euros de Río hasta los 0,98 euros de Pascual.
Las excelentes cualidades nutritivas de la leche y de sus derivados hacen que su incorporación a la dieta habitual sea conveniente en todas las etapas de nuestra vida, pero su mérito más significativo, el aporte de abundante calcio de gran biodisponibilidad (la leche contiene proteínas, minerales y vitaminas que favorecen la absorción del calcio por nuestro organismo), la convierte en insustituible en las fases de crecimiento y desarrollo (infancia y adolescencia) y en periodos fisiológicos concretos como el embarazo y la lactancia en las mujeres.
Leches semidesnatadas enriquecidas en calcio
El aporte extra de calcio es de un 30% de media, pero algunas enriquecidas contienen sólo un 15% más que la leche normal
La leche semi-desnatada se obtiene a partir de leche entera, a la que primero se quita toda su grasa y posteriormente se añade la cantidad de nata requerida para conseguir que la grasa represente entre el 1,5% y el 1,8% del producto, rango establecido por la normativa para la leche semidesnatada (la entera ha de tener al menos el 3,5% de grasa).
A continuación se procede al enriquecimiento con calcio: se pueden añadir a la leche sales minerales de calcio, caseinatos o caseínas, emplear leche ultrafiltrada, leche en polvo o leche concentrada. Nuestro organismo es más eficiente absorbiendo calcio orgánico (citrato cálcico, acetato de calcio, quelato de calcio), el que se encuentra en la leche, que calcio inorgánico (fosfato cálcico, carbonato de calcio), que permite una mayor concentración de calcio en el producto final pero adolece de una absorción peor. Los datos proporcionados por el laboratorio no permiten distinguir el tipo de calcio utilizado en cada leche analizada.
La mayoría de los fabricantes añaden también vitaminas liposolubles (solubles en grasa), ya que durante el desnatado, junto con la grasa se eliminan estas vitaminas de la leche. La leche a la que se le añade algún nutriente (calcio, fósforo, vitaminas, proteínas, etc.) se considera «leche enriquecida», y sus fabricantes tienen la obligación de informar en la etiqueta del producto sobre sus características nutritivas. La mitad de las analizadas tienen menos calcio del que declaran.
La revisión de los etiquetados de estas nueve leches enriquecidas reveló que todas incluían la información obligatoria, pero en muchos casos los datos ofrecidos se revelaron poco veraces, hasta el punto de que el contenido real de calcio de cuatro de ellas (Central Lechera Asturiana, Kaiku, Lauki, y Gaza) fue notablemente inferior al declarado. Y en una quinta, la de Puleva, el defecto fue del 8% pero el margen de error de la técnica de medición aconsejó no interpretar que contenía menos calcio del declarado. Tanta inexactitud en el contenido real de calcio puede deberse a que, al parecer, algunos fabricantes parten de la premisa de que la leche cruda contiene 120 mg de calcio cada 100 mililitros, cuando en realidad lo más común (los contenidos varían, en función de diversos factores) es que no supere los 110 mg/100 ml. Esto puede explicar, si bien sólo en parte, que los fabricantes se queden cortos al añadir calcio para alcanzar los valores declarados en las etiquetas. La solución parece sencilla: verificar el contenido en calcio de la leche de origen y calcular, en cada remesa, la cantidad que debe añadirse. Recordemos que no se puede incoporar calcio discrecionalmente, ya que un contenido en este mineral superior a 160 mg/100 ml haría precipitar la leche.
Pero las discrepancias entre las cantidades declaradas de nutrientes y las encontradas en el análisis no terminaron en el calcio. También la cantidad de fósforo de Kaiku y Pascual fue inferior a la comprometida en sus etiquetas. Y lo propio ocurría con el con el magnesio en Celta, con el ácido fólico (vitamina B9) en Lauki y Pascual, con la vitamina A en Gaza y Puleva, y con la vitamina E en Gaza. En resumen: sólo los etiquetados de Río y Président eran correctos.
Diferencias entre la enriquecida en calcio y la normal
La leche semidesnatada enriquecida en calcio es poco energética pero algo más (las muestras estudiadas aportan una media de 52 calorías cada cien gramos) que la semidesnatada normal (45 calorías cada cien gramos), cosa lógica si se contempla que una de las nueve enriquecidas es ultrafiltrada (más concentrada) y que las otras añaden proteínas lácteas. La concentración de proteínas es, por el mismo motivo, ligeramente superior en las enriquecidas. La norma obliga a que la leche contenga como mínimo un 2,72% de proteína y en las enriquecidas en proteínas debe ser igual o superior al 3,8%; todas cumplían los requisitos que les afectaban. La norma exige también a las semidesnatadas un mínimo de un 4,25% de lactosa (azúcar de la leche), que las nueve muestras (media: 5,2%) cumplen.
Al natural, la leche recién ordeñada tiene entre el 3% y el 6% de grasa, depende de la alimentación de la vaca y de su raza. La leche entera debe contener un mínimo del 3,5% de grasa, mientras que la desnatada tendrá menos del 0,5% y la semidesnatada entre el 1,5% y el 1,8% de grasa. En las muestras analizadas el contenido graso fue desde el 1,47% hasta el 1,57% y todos los valores se consideraron aceptables. No hay diferencias reseñables en el contenido graso de las semidesnatadas normales y las enriquecidas en calcio. Lo propio ocurre con el contenido en colesterol que, al igual que el de grasa, es poco relevante: medio litro de leche semidesnatada aporta 30 miligramos de colesterol, cuando la cantidad de que se aconseja no superar al día es 300 miligramos.
Atención a las vitaminas
La leche, aunque aporta otras, sólo es rica en vitamina B12 (más del 30% CDR). Lo más relevante a efectos de este análisis es que en el proceso de extracción de la grasa de la leche se eliminan las vitaminas liposolubles (A, D y E) y es por ello que los fabricantes de leches semi desnatadas y desnatadas acostumbran añadirlas. En concreto, la vitamina D deviene esencial en estas leches semidesnatadas enriquecidas en calcio, porque ayuda al organismo de quien las ingiere a absorber el calcio y a depositarlo en huesos y dientes.
De las nueve comparadas, Río es la única que no dice estar enriquecida en vitaminas. Ahora bien, los análisis demostraron que en muchas muestras las cantidades de vitaminas eran inferiores a las declaradas. Gaza, por ejemplo, dice estar enriquecida en vitaminas A, E y D pero en el laboratorio, en clara irregularidad de esta leche, no se vieron cantidades detectables de vitaminas A y E. En cuanto a la vitamina D, la única muestra cuyo contenido (3,3 microgramos, µg/100 ml) pudo medirse fue Celta; el de las demás, por limitaciones de la técnica empleada, no se ha cuantificado ya que era inferior a 2,5 µg/100ml (importante: ninguna muestra declaraba una cantidad de vitamina D superior a 2,5 µg/100ml). Président y Puleva dicen incorporar vitamina D; Puleva añade también vitamina A, pero contenía sólo 90 µg/100 ml de esta vitamina en lugar de los 120 µg/100 ml declarados en la etiqueta. Celta, por su parte, asegura incorporar a su leche vitaminas A y D, y se comprobó en laboratorio que lo hace incluso en cantidades superiores a las anunciadas.
Por su parte, Central Lechera Asturiana, Kaiku, Lauki y Pascual dicen añadir ácido fólico (vitamina B9) y vitaminas A, D y E. Excepto en vitamina A en Lauki y Pascual (que no llegan a la cantidad declarada) y en vitamina D, que no se pudo medir, estas muestras alcanzan, incluso sobrepasan, los contenidos declarados. Sin embargo, la mayor diferencia entre una leche enriquecida en calcio y otra no enriquecida es, lógicamente, su contenido en calcio. Pero véamoslo en el apartado siguiente.
¿Merece la pena consumir leche enriquecida en calcio?
El calcio es un mineral cuya ingesta diaria debemos asegurar porque, además de cumplir un papel insustituible en la formación de los huesos (el 99% del calcio de nuestro cuerpo, casi un kilo, está en ellos), interviene en otras funciones, como la transmisión de los impulsos nerviosos, la coagulación de la sangre y la actividad del corazón. Si la dieta no aporta cada día el calcio necesario o si éste no se asimila correctamente, nuestro organismo se lo procura por sí mismo de un modo poco conveniente para nuestra salud: extrae de los huesos la pequeña cantidad de calcio que necesita para estas funciones complementarias . Con el transcurrir de los años, ese «robo» continuado de calcio puede acabar debilitando los huesos y producir una patología muy conocida, la osteoporosis. De ahí la necesidad de proporcionar regularmente calcio al organismo durante toda la vida y no sólo hasta la edad en que terminen de construirse los huesos, en torno a los 30 años.
Para la población adulta en general (niños, embarazadas y lactantes necesitan más), se recomienda una ingesta diaria (CDR) de 800 mg de calcio. Dos vasos de leche (medio litro) al día garantizan unos 600 mg de calcio, el 75% de la CDR. La leche (lo mismo da que sea entera, desnatada o semidesnatada, el contenido de calcio no varía) aporta entre 105 y 120 miligramos de calcio cada cien mililitros (mg/100 ml), mientras que la enriquecida en calcio contiene (datos de este análisis) entre 130 mg/100 ml y 160 mg/100 ml; la media de las nueve muestras estudiadas es de 145 mg/100 ml, un 30% más de calcio que la leche no enriquecida.
El calcio que necesitamos se puede conseguir también mediante derivados lácteos, como queso semicurado (820 mg/100 g), yogures (130 mg/100 g) o cuajadas (60 mg/100 g), pero hay otros alimentos, como sardinas en lata (400 mg/100 g, con espina), almendras (254 mg/100 g) o berros (170 mg/100 g) y otras verduras, como el brócoli, que contienen calcio, si bien su aprovechamiento por nuestro organismo (la biodisponibilidad) es menor que en los lácteos.
El consumo diario de dos vasos de leche semi desnatada o desnatada (con lo que reducimos la grasa y las calorías de la leche entera) y de algún que otro producto lácteo nos garantiza la CDR de calcio. Es por ello que no parece necesario recurrir a leches enriquecidas que en el mejor de los casos aportan un 50% más de calcio que las normales y en el peor, sólo un 15%. Además, el proceso de enriquecimiento en calcio conlleva una serie de manipulaciones de la leche que alteran su composición original hasta el punto de que algunos de los estrictos parámetros establecidos por la norma (véase cuadro de datos del análisis) para la leche con el fin de evitar problemas de calidad y fraudes no son aplicables a estas leches enriquecidas ni resultan claros de interpretar. Y, por otra, en las leches enriquecidas en calcio no sólo las cantidades de calcio, de otros minerales y de vitaminas son en muchos casos inferiores a las anunciadas, sino que tres de las nueve (véanse cuadro de datos y resumen «Una por una, nueve leches?) presentaron problemas de calidad.
Quienes sufren intolerancia a la lactosa (azúcar de la leche) o, por la razón que sea, han descartado la leche de su dieta, pueden incorporar calcio a su dieta consumiendo otros alimentos ricos en este mineral o recurrir a los suplementos de calcio. No hay riesgo de un consumo excesivo de calcio: eliminamos, mediante la orina y las heces, el calcio que no necesitamos. Se estima que la ingesta de hasta 2.500 mg diarios es segura. La leche enriquecida en calcio podría ser una alternativa en etapas de la vida que necesitan un aporte extra de calcio (infancia y adolescencia, embarazo y lactancia, vejez), pero ese 15%-50% extra se puede conseguir de un modo muy sencillo aumentando el consumo de leche.
De todos modos, sobre el calcio gravita cierta controversia: buena parte de la comunidad científica sigue poniendo en duda la utilidad de este mineral en personas adultas cuando se ingiere mediante el consumo de alimentos, pero a su vez otros expertos aseguran que el calcio que con mayor eficiencia utiliza nuestro organismo es el que contienen alimentos como la leche. Lo cierto es que cuando la necesidad de calcio es apremiante (osteoporosis, tratamientos que reducen la cantidad de calcio en el organismo?), los médicos acostumbran prescribir suplementos de calcio y no sugieren la ingesta de alimentos ricos en calcio.
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