Uno de los principales teóricos beneficios del consumo de la leche es el aporte de calcio al organismo, con los beneficios que esto aporta: una mayor concentración de masa ósea y un menor índice de osteoporosis y por lo tanto una menor tasa de fracturas por esta causa.
Pero los datos nos dicen lo contrario. En primer lugar, la tasa de osteoporosis es más alta en las personas cuya dieta incluye el consumo de leche. En segundo lugar los productos lácteos contienen lactosa (excepto ciertos quesos, por ejemplo el parmesano) y caseína que constituyen el 87% de las proteínas de la leche.
La lactosa es un azúcar que el 75% de la población mundial no puede digerir. Los bebés poseen una enzima que les permite digerirla y que se pierde en la infancia (3-5 años). Por lo que no digerir la lactosa no es una enfermedad sino la normalidad. Si la lactosa no se digiere la encontramos en sangre en forma de toxina que puede actuar sobre el sistema nervioso, cardiovascular, muscular y sistema inmunitario. Los efectos que puede provocar son dificultad para concentrarse, fatiga, alergias, heridas en la boca, problemas de memoria, irritabilidad, mal humor, además de problemas gastrointestinales y diarrea (los más comunes).
La lactosa no solo la encontramos en los productos lácteos, sino que es utilizada por la industria alimentaria porque sobretodo no se degrada en contacto con levaduras como lo hace el azúcar, puede fijar aromas, absorbe pigmentos y tiene poder emulsificador. Se utiliza en tartas, bollería, patatas frutas, charcutería, hamburguesas, carne de pollo, sodas, cervezas, excipiente medicamentoso, comida preparada»¦
La caseína, que también se suele denominar proteína insoluble, es una fosfoproteína (un tipo de heteroproteína), sustancia de textura áspera y bastante espesa, que aunque no es perjudicial para la salud, salvo en personas que no pueden digerirla correctamente, se utiliza incluso industrialmente en la fabricación de pegamentos de madera.
La digestión de las caseínas es más lenta que la de las lactoproteínas solubles. La leche de vaca contiene un 300% más de caseína que la leche humana y los productos secundarios de la descomposición bacteriana de la caseína terminan convertidos en un moco espeso, que se va pegando a las membranas mucosas. La leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso, denso y pegajoso que dificulta enormemente las facultades eliminatorias del organismo, que actúa obturando todo el sistema respiratorio del organismo impidiéndole funcionar con fluidez. Esto sucede porque el cuerpo humano carece por completo de los mecanismos digestivos necesarios para descomponerla y esto facilita la acumulación de mucosidades que están relacionadas tanto en niños como en adultos con enfermedades como la rinitis, la sinusitis, el asma y determinados trastornos ginecológicos. Por su parte la caseína favorece el desarrollo de ciertos canceres como el de próstata, mama o colorectal. También existe un aumento del riesgo de diabetes tipo 2 y riesgo cardiovascular, coo indica Thierry Souccar en su libro «Lait, mensonges et propagande».
Además de usarse directamente como adhesivo en la elaboración de productos alimentarios (derivados lácteos y cárnicos, panes y productos de repostería, etc.), la caseína se utiliza en la elaboración de productos no alimentarios: pegamentos y pinturas, cubiertas protectoras, plásticos. En la alimentación especial, la caseína sirve para la elaboración de preparados médicos y concentrados proteicos destinados a la alimentación de los deportistas, especialmente después de su entrenamiento.
¿Cuales son entonces las fuentes alternativas de calcio?
Parece ser que el calcio solo se encuentra en los productos lácteos, pero al contrario de lo que nos hacen pensar no es así. Existen múltiples alternativas como por ejemplo frutas, verduras, soja, y sardinas.
En la siguiente tabla se muestran una serie de alimentos con su concentración de calcio y el porcentaje de calcio asimilado, lo que demuestra que podemos aportar a nuestra dieta calcio suficiente al margen de los productos lácteos, pero no sólo eso , sino que la absorción de calcio será más efectiva.
Si a pesar de todo esto decides continuar tomando leche, te recomendamos que apuestes por la leche ecológica. Esta forma de producción garantiza que por cada dos vacas lecheras se dispone de una hectárea de terreno y que su alimentación es de procedencia ecológica. Además, una vaso de leche ecológica contiene entre tres y cinco veces más ácidos Omega 3, un menor contenido en grasas saturadas, más vitamina E y beta-caroteno», según explica Guillermo Martínez, veterinario y gerente de una explotación ecológica de vacas lecheras en Galicia.