En el mundo de las leches hay una infinidad de marcas, presentaciones, controversias, aciertos y desaciertos. Fácilmente uno puede resultar confundido sobre la calidad, la superioridad de una presentación o marca sobre otra, etc.
Una de estas cuestiones es la presentación de la leche de vaca. Muchas personas prefieren el sabor de la leche UHT, conocida popularmente como leche fresca o leche lista para servir. Viene usualmente en cajas tetramax -o tetrapack- y se puede tomar directamente de ella. Su sabor es más parecido a la leche recién ordeñada que la leche en polvo o la leche evaporada concentrada, por lo que goza de mayor aceptación. En el envase dice leche UHT. ¿Qué significa ese «UHT»?
Las siglas UHT significan Ultra High Temperature, traducido al español como «temperatura ultra alta», pues durante su proceso de elaboración la leche es sometida a temperaturas altísimas que eliminan por completo el contenido de agua, para luego ser adicionado.
Bueno, te preguntarás si eso es bueno o malo. Si bien el proceso garantiza que esté libre de cualquier tipo de gérmenes y mantiene ese sabor de leche casi auténtico, la verdad es que también tiene su parte negativa.
Al ser sometida a tan extremas temperaturas, sus nutrientes sufren daño. La leche se convierte en lo que se conoce como «leche inerte» pues ha perdido todo su valor alimenticio, el cual tiene que ser adicionado nuevamente artificialmente, lo que disminuye la eficacia con la que son absorbidos por el organismo.
Las proteínas, que no «desaparecen» a altas temperaturas, sufren sí un cambio en su estructura, haciendo que aparezcan como «extrañas» en el momento de entrar al organismo.
Pues bien, la leche UHT tiene su parte mala. Si se consume por el gusto de beber leche, tal vez no represente un problema; sin embargo, si lo que está buscando es una adecuada nutrición y la leche forma parte de su régimen necesario de proteínas, vitaminas y minerales, es mejor que considere una leche menos tratada, o tal vez incluso fresca de vaca, eso sí, bien hervida