Leche: Vaca
Tipo: Pasta blanda, corteza lavada
Materia Grasa: 50%
Maduración: De 7 a 8 semanas
Aspereza: Media
Vino: Orval – Cerveza Belga Abadía Trapense
País de origen: Francia
Región: Borgoña-Franco Condado
Notas: No dejes que el nombre te engañe. Le Démon du Midi (el Diablo del Mediodía) no es un queso que asuste especialmente, incluso ni a las personas que se alejan de las corteza lavadas, de hecho, algunos aficionados a los quesos picantes o como se les conoce en algunos medios (apestosos) pueden sentirse un poco engañados, especialmente si ven al diablo en la foto en la etiqueta de papel como un signo de advertencia.
El Démon du Midi, es un queso de leche pasteurizada de vaca, es francés, pero no de la región de Midi-Pyrénées como se podría suponer. El termino Midi hace referencia a la mitad meridional o mediodía geográfico de Francia, es una zona que no tiene fronteras geográficas específicas, aunque esta definición, si incluiría el Franco-Condado, la región que es el origen del queso.
El Démon du Midi se produce en forma de pequeños discos de 220 gr. de corteza lavada, húmeda de color carne y bastante gruesa. La pasta es uniforme de color marfil, es muy cremosa y pegajosa, muestra una serie de pequeños agujeros. Su fragancia es suave, ligeramente lechosa y con algunas notas a levadura, lo que sugiere un parecido familiar lejano a los clásicos quesos de corteza lavada. Aunque no es tan poderoso como la del Livarot, si bien comparte muchos de los mismos sabores carnosos, a levadura de otros quesos de corteza lavada como el Taleggio o el Epoisses. Cuando se lleva a la temperatura ambiente, este queso se vuelve extremadamente suave al punto de ser casi licuado y fácilmente untable.
Por desgracia para mi, que me gustan los quesos con carácter, este queso es mucho menos demoníaco de lo anunciado, «si se pone el diablo en la etiqueta, debe tener algunas cualidades demoníacas», pero para los aficionados más tímidos, el Démon du Midi ofrece una introducción apropiada para este estilo de quesos.
Puede servirse con fruta fresca, al final de una comida, o untado sobre una rebanada de pan, como tentempié, acompañado de un vino tinto o con una cerveza belga, como la Orval.