He aquí «el truco del almendruco». Los espesantes son el ingrediente mágico que utiliza la industria láctea para obtener los resultados deseados. Bajo el nombre de «estabilizantes» o «estabilizadores» aparecen gelatinas, pectina y almidón, entre otros, en las etiquetas de los productos lácteos industriales que consumimos habitualmente.
Gelatinas: de origen animal o de origen vegetal, son utilizadas en la mayoría de productos lácteos como yogures, natillas, copas de sabor, también en quesos de untar y quesos frescos, entre otros. Ah, y también en otros productos, como las mermeladas.
Almidón modificado: en las etiquetas suele además añadir que procede del maíz, lo que viene a siendo harina fina de maíz, una harina muy empleada para repostería.
Pectina: esta es una sustancia natural de algunas frutas. Gracias a esta sustancia la mayoría de las frutas son capaces de formar una gelatina cuando son cocinadas y enfriadas, característica que las convierte en estupenda materia prima para la elaboración de mermeladas y confituras. La industria añade pectina química a mermeladas y productos lácteos para conseguir una mayor dureza del producto.
Gomas: también aparecen en las etiquetas de los productos lácteos industriales gomas como la xantana, garrofín, carrogeno, etc»¦. Sus resultados son muy similares a las de las gelatinas aunque estos productos son más difíciles de conseguir ya que suelen ser químicos industriales.
Para obtener los óptimos resultados habrá que combinar el espesante adecuado con la cantidad exacta necesaria, de lo contrario el resultado no será el que esperamos. En la mayoría de las ocasiones es una cuestión de gustos, y para dar con la receta exacta lo mejor es el sistema de «ensayo/error».
Los consumidores, cada vez más exigentes, distinguen los productos industriales no sólo por su precio, sino también por sus características organolépticas. La textura es una de esas características que provoca que el consumidor se decante por una marca u otra. Los estándares de calidad industriales, no menos exigentes, requieren de un producto que goce de unas características determinadas. Satisfacer este nivel de exigencia es difícil de conseguir con procesos puramente naturales, a veces requiere de unos procesos de elaboración muy estudiados y sofisticados para conseguir ofrecer lo que el mercado e industria demandan. Nada tiene que ver un yogur casero con un yogur comprado ¿verdad?
En Yogures Caseros nos aprovecharemos de la tecnología industrial, de sus procesos de elaboración y de la utilización de ingredientes que nos proporcionen un resultado lo más similar posible a los industriales pero con una característica fundamental: a ser posible 100% natural. Porque disfrutar de lo bueno también puede ser sano.