Mi primer intento de hacer yogur en casa fue un auténtico desastre, lo cual me disuadió por un tiempo de volverlo a intentar. Eso fue hasta hace un par de meses, cuando las chicas de ventanas verdes nos propusieron diferentes posibilidades para hacer yogur en casa y yo decidí que no podía/quería esperar más.
¿Qué es lo que asoma por esa esquina?
Mis primeros yogures
Al día siguiente hice mi primer (el otro no cuenta porque no llegó a convertirse en yogur,no?) yogur y, desde el primer, momento, el resultado ha sido fantástico. Tanto que, desde entonces, no he dejado de hacer yogur todas las semanas. Empecé por lo básico y he ido probando variaciones que os contaré en próximas entradas. Pero antes, hay que cogerle el truco a los pasos básicos.
Mis primeros yogures
¿Qué es lo que asoma por esa esquina?
Necesitaremos solamente dos ingredientes para iniciarnos en el mundo yogurteril: leche y yogur. Elegid un yogur de buena calidad, cuyo sabor os guste. Fijaros en los ingredientes, ya que lo que se vende como yogur lleva muchas veces demasiados añadidos, aromas, colorantes y conservantes. Yo uso uno artesanal, bien cremoso, que compro en botes de 500 g y me encanta. Sólo lleva leche y fermentos lácticos y con él obtengo un montón de yogur casero igual de delicioso. En cuanto a la leche, mejor entera para empezar. La mayor proporción de materia grasa hará que que quede más espeso sin necesidad de añadidos.
La yogurtera no es necesaria en lo absoluto. El calor residual del horno tras haberlo usado para otra cosa, cumple a la perfección esta función. Lo que sí necesitaremos son frascos de cristal y unos paños que ayuden a mantener el calor. Os cuento cómo lo he hecho y cual creo que ha sido el motivo de mi primer fracaso.
Fresón con reflejos ¡malditos reflejos!
Fresón con reflejos ¡malditos reflejos!
INGREDIENTES:
100 g de yogur natural
1 litro de leche entera
PREPARACIÓN:
Lo ideal es aprovechar para hacer yogur, cuando tengáis que hornear alguna otra cosa. Con el calor residual tras apagar el horno será suficiente para la fermentación. Pero si no es así, también podéis encender el horno a 50 º mientras preparáis lo demás y apagarlo antes de meter los futuros yogures dentro.
Para activar las bacterias responsables de transformar la lactosa y cuajar el yogur, la leche debe estar a 40-45 º, así que la ponemos a calentar. A mayor temperatura, morirán y a menor, no se activarán. Por tanto es importante controlar bien este paso y creo que pudo haber sido mi principal error en aquel primer intento fallido. Si no tenéis termómetro de cocina (bienvenidos al club), la manera de comprobar que la temperatura sea adecuada es tocar la leche con el dedo meñique (con las manos limpias, por favor). Debéis notarla tibia, pero sin que llegue a quemaros.
Si nos hemos pasado de temperatura, dejamos enfriar la leche hasta que alcance los 40-45 º. Entonces mezclamos el yogur, poco a poco y removiendo bien, hasta que no quede ningún grumo.
Pasamos el preparado a uno o varios frascos de cristal. Yo a veces uso una jarra, otras vasitos individuales de yogur y, cuando hago mucho, las dos cosas.
Colocamos los frascos sobre la bandeja del horno y envolvemos con varios paños.
Dejamos dentro del horno, apagado y cerrado, al menos ocho horas. Pasado este tiempo los guardamos en la nevera.
Sólo nos queda dejarlos enfriar y degustarlos como queramos, por ejemplo, así:
¡Ya estoy deseando que vuelva a haber fresas!
¡Ya estoy deseando que vuelva a haber fresas!
Una capa de fresas picada, yogur, miel, más fresas y una Digestive rallada por encima para el toque crocante.
Claro, que esta foto es del mes pasado, ahora habrá que probar con otras frutas de temporada. Hacedme vuestras propuestas. ¿Cómo tomáis el yogur? ¿Cuál es vuestro sabor favorito?
A esto ahora lo llaman «verrine»
A esto ahora lo llaman «verrine»
Y recordad guardar un poco del yogur para poder hacer más cuando se os acabe. Podéis reutilizarlo unas tres veces, antes de que os empiece a quedar demasiado ácido.