La leche y los productos lácteos no son los alimentos saludables que nos han dicho que son. Aquí hay 11 razones para dejar de consumirlos.
La leche de vaca es para los becerros. Nosotros somos la única especie (excepto aquellos que domesticamos) que toma leche después de la infancia. Y nosotros definitivamente somos los únicos que tomamos leche de otra especie.
Hormonas. No solo hay hormonas naturales presentes en la leche de vaca, más fuertes que las hormonas humanas, estos animales reciben esteroides rutinariamente y otras hormonas para engordarles e incrementar la producción de leche. Estas hormonas pueden impactar negativamente el delicado balance hormonal de los humanos.
A la mayoría de vacas se les da alimentos inapropiados. El alimento comercial de las vacas contiene todo tipo de ingredientes que incluyen: maíz genéticamente modificado (transgénico), soya genéticamente modificada (transgénica), productos de animales, excremento de pollos, semillas de algodón, plaguicidas (insecticidas) y antibióticos.
Los productos lácteos, cuando se metabolizan forman ácidos. Nuestros cuerpos están en constante búsqueda de un balance bioquímico para mantener nuestra sangre en un pH de 7.365. El comer excesivamente productos que forman ácidos, puede causar que nuestros cuerpos sobre usen algunos de estos mecanismos de balance de los ácidos. Calcio alcalino es depositado en los huesos y se pierde en un esfuerzo por combatir la excesiva acidez del cuerpo. Con el tiempo, los huesos se vuelven frágiles.
Investigaciones muestran que los países cuyos ciudadanos consumen más productos lácteos tiene la más alta incidencia en osteoporosis.
La mayoría de las vacas lecheras viven confinadas, en condiciones inhumanas, nunca ven el pasto verde que se supone deben de comer.
La mayoría de los productos lácteos son pasteurizados para matar potencialmente peligrosas bacterias. Durante el proceso de pasteurización, las vitaminas, proteínas y enzimas se destruyen. Las enzimas ayudan al proceso de digestión. Cuando se destruyen a través de la pasteurización, la leche se vuelve más difícil de digerir, dándole más trabajo a los sistemas enzimáticos de nuestros cuerpos.
Los productos lácteos forman mucosidad. Ellos pueden contribuir a los desórdenes respiratorios. Cuando suprimo lácteos y azúcares de las dietas de mis clientes, ellos paran de experimentar fiebre de heno y alergias estacionales.
Investigación asocia los lácteos con la artritis. En un estudio con conejos, el científico Richard Panush pudo «producir» articulaciones inflamadas en los animales, cuando les cambio el agua por leche. En otro estudio, los científicos observaron más de un 50% de reducción en el dolor y en la hinchazón de la artritis cuando los participantes eliminaron leche y productos lácteos de sus dietas.
Mayormente la leche es homogenizada, lo que denatura las proteínas de la leche, haciendo que sean más difíciles de digerir. Los cuerpos de muchas personas reaccionan a estas proteínas como si fueran «invasores foráneos» causando que sus sistemas inmunes sobre reaccionen. La investigación también asocia la leche homogenizada a enfermedades del corazón.
Plaguicidas (insecticidas) en el alimento de las vacas pasan a la leche y a los productos lácteos que consumimos.