En el mundo actual, los productos light se han convertido en los reyes de la lista de la compra. Ahora parece que estar delgado no es una opción, sino una obligación y cuidarse tanto por fuera como por dentro es ley en toda persona. La salud y el bienestar son objetivo en todas las casas.
Siendo como son los derivados lácteos fuente muy importante en nuestra dieta, no es de extrañar que los derivados lácteos light sean los productos light más vendidos del mercado, superando incluso la venta de leche entera y de lácteos completos.
El queso en concreto, es el derivado lácteo más consumido, incluso más que la leche, su producción anual supera incluso la del tabaco; pero como ya es sabido por todos, tiene un gran inconveniente: su alto contenido en grasa.
Cuando nos referimos a alto contenido en grasa, queremos decir, mucha mucha grasa, ya que su porcentaje en el queso, va desde el 10-15% en quesos frescos de Burgos, hasta los más grasos que tienen como mínimo un 60% de grasa, siendo el roquefort y el manchego, de los más grasos. Por este motivo, se desaconseja completamente el consumo de queso a personas con problemas cardiovasculares o con colesterol.
A pesar de ello, el queso es rico en vitaminas, y alimento preferido de niños y adultos, por tanto, era necesaria una solución a este «problema graso», y llego con los quesos light, los cuales se fabrican partiendo de leche descremada o semidescremada.
El descremado de la leche es un proceso sencillo y barato, consiste en una centrifugación: se mete la leche en una centrífuga y se hace girar a altas velocidades, hasta que por diferencias de densidad, la grasa se separa del resto de componentes.
Partiendo de esta leche descremada puede hacerse un queso light, el cual tendrá prácticamente los mismos nutrientes que la leche, pero con menos calorías, menos grasa y menos vitaminas A y D, ya que al ser liposolubles, es decir, al ir disueltas en la grasa, se pierden al hacer el descremado de la leche; pero dependiendo del fabricante de queso, estas vitaminas A y D serán suplidas por adición durante el proceso de elaboración del queso.
El queso light es sin duda la mejor opción para los amantes del queso con problemas cardiovasculares o de colesterol, pero hay que tener en cuenta, que light en la etiqueta quiere decir bajo en grasa, ya que el queso de por si, contiene más cantidad de proteínas concentradas que la leche, por lo que el número de calorías dependerá también de la cantidad de proteínas y lactosa (el azúcar propio de la leche).
Otro aspecto a tener en cuenta es la sal, ya que no solo se añade en el queso para aportar el sabor salado, sino también para mejorar su conservación y afirmar su textura por su interacción con las proteínas. Por lo que los enfermos de hipertensión, tienen que tener esto en cuenta.
Por seguir buscándole las cosquillas al queso light, ha de saberse que la grasa es el nutriente que más influye en el sabor del queso, por lo cual, el queso light no podrá tener el mismo sabor que el queso entero original, aunque puede que algunos fabricantes intenten suplir ese déficit con saborizantes artificiales.
Por ello, sabiendo que es lo que se quiere comer, es imprescindible leer la etiqueta, para saber lo que se come. A pesar de todo esto, ¡un «Urra» por el queso light! Que nos permite seguir disfrutando de este maravilloso producto, cuidar nuestra salud, y meter en cintura a esos kilitos de más.
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