Qué conseguimos al someter la leche a la fermentación con el kefir

Acostumbramos a llamar bebida a la leche fermentada con kéfir cuando realmente se trata de un alimento muy proteico y graso. Aunque se digiere mejor que la leche, el aporte de nutrientes es considerable como para tenerlo en cuenta, sobre todo para quien tiene que regular la dieta. Por esta razón no conviene mezclarlo con otros alimentos para favorecer la digestión y facilitar la asimilación de sus cualidades terapéuticas.

La bebida obtenida con el kéfir a partir de la leche es parecida al típico yogur líquido pero indudablemente distinta ya que la modificación es mucho mas profunda y la lactosa se trasforma totalmente en ácido láctico asimilable cuando las condiciones son óptimas, mientras que en el yogur gran parte del ácido láctico no es totalmente asimilable, de lo que deriva una de las mayores ventajas del kéfir frente al yogur.

Al fermentarse la leche por medio de los nódulos del kéfir se produce una doble fermentación «alcohólica y acidular que descompone la indigesta lactosa, a la que trasforma en ácido láctico, que impide que los alimentos se deterioren en los intestinos, depurando y ayudando a restablecer el equilibrio de la flora intestinal. También se transforman sus proteínas (albúmina y caseína) incrementando su valor biológico, haciéndose más asimilables y conservándose mejor no generando tantos antígenos como en la leche.

Se produce una peptonización en cuyo proceso se pierde cal y ácido fosfórico mientras que se origina una hidrólisis. Se forman además, diferentes ácidos terapéuticos, ácidos; láctico, carbónico, butírico y acético.

La acidez propia en el kéfir no neutraliza la del estómago, consiguiendo coagular la caseína de la leche.

Un corte en la leche con separación del suero es normal encontrar. Bastara con removerlo. También pueden aparecer coágulos blanquecinos que se disuelven presionando. Es la caseína finamente dividida y cuajada en granillos. La aparición de líquido espumoso con coágulos de caseína es normal si la fermentación es fuerte, debido a una larga exposición o a una temperatura elevada o mucha cantidad de nódulos que aceleran el proceso de trasformación de la leche.

1.1 Que pasa si utilizamos leche cruda

Inicialmente el Kéfir lo elaboraban fermentando leche cruda de camella; luego se pasó a la leche de yegua, y posteriormente a la de cabra y vaca. La calidad y el buen estado de la leche son muy importantes a la hora de obtener buen kéfir, aunque también lo es la calidad de los nódulos. Si estas condiciones no se cumplen, se producirá una incorrecta fermentación obteniéndose una leche kefirada con menos propiedades.

Para preparar el kéfir con leche cruda sin hervirla previamente, es necesario que esté libre de antibióticos y pesticidas procedentes de la medicación y la alimentación del animal. Tendría que ser leche de ganadería ecológica o similar. Además de extremar la higiene y mantener en buen estado el cultivo, cuando la procedencia de la leche es dudosa se produce una fermentación poco ácida, de mal aspecto y olor, es aconsejable hervir la leche o cambiar el nódulo (podría estar muriendo) y empezar de nuevo, para evitar posibles contaminaciones. A pesar de que las propiedades del kéfir se verán mermadas, no debemos obsesionarnos con ello. Esto mismo ocurre con otros alimentos a los cuales es preciso quitarles una parte importante (la piel de la fruta por ejemplo) cuando se duda de su buena procedencia. Es necesario ser consciente de que no existen alimentos «panacea» y de que si se realiza una alimentación correcta en todos sus aspectos, ésta no dejará de serlo por suprimir algunos de confuso origen.

Tradicionalmente se elabora con leche cruda recién ordeñada, de manera que el propio cultivo de kéfir cumple varias funciones al mismo tiempo. Modifica las sustancias poco digeribles, evita inmediatamente contaminaciones y alarga la vida útil de la leche sin necesidad de hervirla, ya que la leche bien fermentada por medio de los nódulos de kéfir adquiere una acidez apropiada que junto al ácido láctico y las colonias nativas del kéfir inoculadas en la leche, evitan la contaminación de microorganismos patógenos, incluso a temperatura ambiente, siempre que la fermentación continué trasformando aun más a fondo la leche. Antiguamente no existían aparatos refrigeradores y aun así conservaban la leche de esta manera en periodos cortos. Para periodos largos se hacen quesos que aunque de gran calidad, pierden gran parte de las propiedades de la leche kefirada al separar el suero, elaborando un producto altamente proteico y graso.