Se obtiene al sustituir la grasa natural de la leche (saturada) por grasa insaturada con reconocidos beneficios para la salud
La OMS define la salud como «un estado de bienestar físico, mental y social completo» que depende de numerosos factores tanto genéticos como ambientales. La de las personas está influenciada por los hábitos de vida (conducta alimentaria, estado nutritivo, ejercicio físico o consumo de tóxicos). Durante las dos últimas décadas, la investigación científica ha puesto de manifiesto que una «nutrición adecuada», es decir, la que aporta a través de los alimentos todos los nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas y minerales) en cantidad y calidad adecuada, tomada de forma regular, constituye un vehículo de promoción de salud. No obstante, el concepto clásico de «nutrición adecuada» tiende a ser sustituido por el de «nutrición óptima», que incluye, además de la definición anterior, la potencialidad de los alimentos para promocionar la salud, mejorar el bienestar y reducir el riesgo de desarrollar enfermedades. En este ámbito aparecen los alimentos funcionales, y uno de ellos es la leche con omega 3.
A los congresos y reuniones científicas donde se trata el tema de los alimentos funcionales se suma el interés de la industria alimentaria, que obtiene puntos de partida muy sólidos para el diseño y desarrollo de esta nueva gama de productos. El interés del papel benefactor para la salud que puede desempeñar el consumo de alimentos funcionales parte de estudios científicos que confirman la existencia de una fuerte relación entre los alimentos que se consumen y el estado sanitario poblacional, la prevención y el tratamiento de enfermedades específicas.
Alimentos funcionales
La leche con omega 3 constituye un ejemplo de alimento funcional, que se puede definir como aquel producto modificado al cual se ha añadido o eliminado uno o varios ingredientes o se ha modificado su estructura química o su biodisponibilidad de nutrientes o una combinación de estos factores, con la particularidad de que alguno de sus componentes, sea o no nutriente, afecta a funciones diana del organismo, de manera específica y positiva y promueve un efecto fisiológico o psicológico más allá de su valor nutricional tradicional.
El efecto positivo puede ser tanto por su contribución al mantenimiento del estado de la salud y bienestar como a la reducción del riesgo de padecer una determinada enfermedad. En este caso particular, la industria alimentaria ha creado un nuevo producto al sustituir la grasa natural de la leche de vaca (grasa saturada) por grasa poliinsaturada de la serie omega 3 con reconocidos beneficios para la salud.
El consumo habitual de leche con ácidos grasos omega 3 contribuye al aporte de dichos ácidos al organismo, por lo que puede ser una fuente dietética interesante de estos nutrientes para quienes padecen alergia al pescado, alimento cuya grasa es rica en estos ácidos grasos, y también en dietas de prevención cardiovascular. Los científicos comenzaron a investigar las propiedades de los ácidos grasos omega 3 a raíz de descubrir que los esquimales habitantes de la isla de Groenlandia poseían una tasa de mortalidad muy baja por enfermedades cardiovasculares.
Se detectó en la sangre de estos esquimales altos niveles de ácidos grasos omega 3 y se observó que tomaban mucho pescado. Posteriormente la comunidad científica avaló con numerosos trabajos de investigación la veracidad de estos hallazgos. No obstante, cabe decir que los ácidos grasos omega 3 no sólo se encuentran en el pescado azul, sino que podemos obtenerlos de los aceites de semillas (girasol, maíz, soja…) y de los frutos secos.
Ãcidos grasos omega 3 y salud
Este tipo de ácidos se encuentran de forma natural en la dieta: ácido eicosapentanoico (EPA) y ácido docosahexanoico (DHA). Destacan por diversas propiedades:
Mantienen el equilibrio de las grasas en la sangre.
Inhiben los mecanismos de agregación plaquetaria, por lo que inciden de manera positiva como agentes preventivos de riesgo cardiovascular.
Son lípidos fundamentales para el desarrollo y funcionamiento favorable del sistema nervioso central.
Fruto de los avances tecnológicos se añaden estos ácidos grasos a la leche y derivados, galletas, margarinas y huevos DHA, entre otros productos. Pero, al igual que sucede con todos los alimentos que poseen una cantidad mayor de determinados nutrientes, el abuso puede resultar perjudicial. De hecho, el exceso de ácidos grasos omega 3 en el organismo puede provocar defectos en la coagulación de la sangre.
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