El consumo de leche ha disminuido un 20% en una década. Es un cambio de preferencias que va en paralelo a que sus propiedades se estén poniendo en duda. Los expertos explican qué puede aportar la leche y si es imprescindible
El consumo de leche ha caído un 20% en la última década en España (Image Source – Propias)
Cada vez hay más tipos de leches de origen animal. De las enteras, semidesnatadas y desnatadas pasando por las enriquecidas con calcio y omega-3, hasta las sin lactosa. Y también cada vez hay más leches de origen vegetal porque se incrementan las personas que dejan de consumir leche de origen animal. Las razones que esgrimen los consumidores para justificar este cambio son múltiples: desde que la leche les sienta mal, hasta la convicción de que les pueda sentar mal. ¿Hay razones objetivas para pensar que realmente es así? Existen estudios que corroboran estas prevenciones, pero también hay otros cuyos resultados indican lo contrario. También depende de las edades del consumidor. Por ejemplo, la American Academy of Pediatrics recomienda que los niños menores de un año no tomen leche de vaca. La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición pediátrica confirma que la leche de vaca sin modificar no debería constituir la bebida principal en bebés menores de 12 meses. Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que «un consumo excesivo y demasiado precoz de lácteos de vaca no modificados supone una carga excesiva para el riñón y puede aumentar el riesgo de anemia por el bajo contenido de hierro de la leche y porque causa pérdidas intestinales de sangre». La controversia surge a partir de los 12 meses porque estos mismos organismos aconsejan introducirla, pero con matices. Y empiezan a surgir las discrepancias entre expertos sobre las bondades o no de su consumo, y que se proyectan hasta la necesidad de que las personas mayores la tomen o no.
Para Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), «los lácteos son alimentos muy completos y equilibrados debido a la riqueza y variedad de sus componentes nutritivos. Se consideran alimentos básicos y uno de los pilares de la dieta ya que poseen unas magníficas cualidades nutricionales que contribuyen a satisfacer los requerimientos energéticos de los diversos grupos poblacionales». En cambio, para David Roman, presidente de la Unión Vegetariana Española, «si bien es cierto que los vegetarianos pueden estar siguiendo una dieta ovolactovegetariana en la que se consumen huevos y productos lácteos, el consumo de lácteos es injustificado desde el punto de vista de la salud. Cada vez hay más especialistas en nutrición que cuestionan el valor de los productos lácteos a la luz de numerosos estudios que han asociado su consumo con una gran variedad de problemas de salud, contradiciendo en muchos casos el concepto de alimento básico que popularmente se tiene de ellos». Según David Roman, al menos hay 500 estudios científicos que reflejan algunos de los problemas relacionados con el consumo de la leche. También quiere aclarar que durante siete años fue ovolactovegetariano, y que tras encontrarse con estos estudios decidió prescindir totalmente de la leche. Y de eso hace 15 años. Olga Cuevas, bioquímica, especializada en nutrición y salud y directora de la Institución de Formación Profesional Sanitaria Roger de Llúria de Barcelona asegura que los lácteos «tienen un alto contenido en antígenos que agotan el sistema inmunitario, haciéndolo más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con nuestro sistema inmunológico».
Antonio Luis Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencia de la Alimentación y catedrático de Bioquímica y Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, comenta que el debate sobre los beneficios o no del consumo de la leche se está polarizando. «Hay mucha controversia», asegura. Y Sergio Calsamiglia, del departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la facultad de Veterinaria de la Universitat Autònoma de Barcelona, también explica que hay datos controvertidos. Por ejemplo, hay quien apunta que el consumo de leche puede incidir negativamente en enfermedades cardiovasculares, pues bien, según Sergio Calsamiglia, de 26 estudios, tres muestran una relación positiva; uno, una relación negativa y 22, sin efectos. Sin efectos es un decir. Porque también explica que los argumentos contra la leche han reducido el consumo de lácteos hasta casi un 40%, como es el caso del Reino Unido, por ejemplo. España no se escapa a esta tendencia. Los expertos constatan que en los últimos años también ha disminuido el consumo de leche. Y según el Panel de Consumo Alimentario y el Observatorio del Consumo y Distribución Alimentaria del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, recogido por Fenil, esto es debido principalmente «al desarrollo de percepciones negativas en torno al consumo de leche, especialmente de leche entera, llegándose a asociar con consecuencias negativas para la salud». Estas mismas fuentes indican que el consumo actual de leche líquida en España es 79,3 litros por persona y año, frente a los 97,7 litros en el 2001, prácticamente un 20% menos. La media europea está en torno a los 88 litros.
Más allá de las controversias, ¿es buena para el organismo humano o no? Para Pablo Saz, médico naturista, profesor del departamento de Microbiología, Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Zaragoza, y director del curso de posgrado de Medicina Naturista de esta misma facultad de Medicina, «la leche es un producto alimenticio muy completo, pues contiene una diversidad de nutrientes (carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas y minerales) y en cantidades suficientes para satisfacer buena parte de las cantidades diarias recomendadas. Destaca su riqueza en calcio, proteínas y vitamina B2 y B12″. Luis Calabozo añade que, además del calcio, «aporta magnesio y potasio, lo que puede ser bueno para prevenir el riesgo cardiovascular». Rosa María Ortega Anta, presidenta de la Asociación de Estudios Nutricionales, vicepresidenta de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, y profesora en el departamento de Nutrición de la facultad de Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid, destaca la importancia de los lácteos como fuente de calcio y vitaminas en la dieta, y asegura que un vaso de leche entera permite cubrir más del 20% de las ingestas diarias recomendadas de calcio y otros nutrientes de un adulto.
Los expertos están de acuerdo en que la leche lleva una importante cantidad de calcio, pero discrepan en si este calcio es absorbido o no por el cuerpo humano y el efecto de otras sustancias que acompañan al calcio. David Roman explica que un litro de leche de vaca contiene unos 1.200 miligramos de calcio. «Verdaderamente es un alimento rico en calcio. Sin embargo, cuando se analizan los datos estadísticos que reflejan la situación a nivel mundial, se observa la paradoja del calcio: los países con el mayor consumo de calcio a partir de productos lácteos (Estados Unidos, Suecia, Israel, Finlandia y el Reino Unido) también presentan las mayores tasas de fracturas de cadera relacionadas con la osteoporosis. Y aquellos lugares del mundo con una ingesta tradicionalmente baja (Hong Kong, Singapur, zonas rurales de Ãfrica) presentan la menor incidencia de osteoporosis». En el American Journal of Public Health publicaron en 1997 un estudio (Nurses» Health Study) de la Universidad de Harvard en donde se hizo un seguimiento de 77.761 mujeres de entre 34 y 59 años durante doce años. La conclusión de los investigadores fue que un mayor consumo de leche no evita la osteoporosis. William Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada va un poco más allá y tras 42 años de práctica y 25.000 análisis de sangre realizados a sus pacientes, afirma que las personas que toman de tres a cinco vasos de leche diarios presentan niveles más bajos de calcio en sangre. Esta paradoja la explican algunos expertos como Pablo Saz. Por una parte, la ingestión de proteínas lácteas puede producir una acidez transitoria que el organismo intenta neutralizar recurriendo a minerales alcalinos presentes en el hueso para intentar regular su ph. Y por otra parte, para que realmente se asimile el calcio, debería ingerirse en una proporción de dos a uno con respecto al fósforo, cosa que no siempre sucede. Los niveles de fósforo suelen ser demasiado altos en proporción a los de calcio, en cambio los quesos curados sí suelen mantener la proporción adecuada y pueden aportar hasta siete veces más calcio que la leche.
En ese sentido, Antonio Luis Villarino explica que, con la edad, no es necesario que una persona tome tanta leche. «El intestino delgado se vuelve más sensible en la medida que van pasando los años, y las necesidades nutricionales de un adulto van cambiando. Así que en una edad adulta avanzada no sería necesario que se tomara más de un vaso de leche al día». Pablo Saz recuerda que con la edad «disminuye la cantidad de renina gástrica, una enzima necesaria para comenzar la hidrólisis de las complejas moléculas de la caseína», una de las principales proteínas presentes en la leche. Y la caseína no hidrolizada puede producir alteraciones intestinales diversas, así como contribuir a la fatiga crónica porque puede impedir la absorción de otros nutrientes a través del intestino. Además, «el consumo de leche entera se asocia con un riesgo mayor de cardiopatía isquémica», por la concentración de grasas. Luis Villarino comenta que por eso se han inventado las leches que les quitan la grasa perjudicial. «Tenemos la leche desnatada y la semidesnatada, también aquellas que incorporan ácidos grasos omega-3, que tienen un efecto protector».
Otro aspecto controvertido es el de las mucosidades. Las investigaciones al respecto no sacan conclusiones determinantes. Hace seis años se publicó, en el Journal of the American College of Nutrition, una investigación del área de alergología del departamento de Dermatología de la Universidad de Zurich, en donde aseguran que no saben por qué puede aumentar la mucosidad al beber leche de forma habitual. Los expertos no descartan el factor psicológico como desencadenante de una mayor mucosidad. Sea lo que sea hay personas, como David Roman, que afirman que al abandonar el consumo de lácteos disminuyó su mucosidad. También hay quienes destacan que el problema no es tanto le leche en sí, siempre y cuando se tome de forma moderada, como los procesos de transformación de esa leche y cómo es tratado el animal. Y aconsejan tomar leche que provenga de ganadería ecológica. Pablo Saz explica que de esta manera el consumidor evita ingerir contaminantes que pueda contener la leche como antibióticos, desinfectantes, plaguicidas, micotoxinas y la somatotropina bovina (una hormona de crecimiento diseñada para que las vacas produzcan más leche). Eso sí, una vaca ecológica produce menos litros de leche.
Visto lo visto, ¿es normal que un adulto siga tomando leche? Para Josephine Wills, directora general del Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (Eufic, en su abreviatura en inglés), sí. Explica que aunque la especie humana parece ser la única que bebe leche en la edad adulta, también es cierto que es la única en cocinar sus alimentos y domesticar numerosas especies animales y vegetales. «La elección de los alimentos debe responder, naturalmente, a los principios de una alimentación equilibrada y también a necesidades socioculturales, en las que las nociones de placer, gusto e identidad son igualmente importantes. Los modelos alimentarios específicos se establecieron precisamente a partir de estos recursos locales. No existe un modelo, sino modelos alimentarios, lo que explica la variedad y la riqueza de las distintas cocinas del mundo, donde la leche ocupa un lugar a la par de otros alimentos». Una vuelta por los distintos países lo confirma. En la dieta japonesa apenas hay lácteos. En cambio, en Suecia, los lácteos forman parte importante de su dieta. Y su esperanza de vida es similar a la japonesa.
En conclusión, David Roman es partidario de no tomar lácteos. Olga Cuevas aconseja que las personas con problemas de salud «deberían disminuir la ingesta de lácteos, y suprimirlos totalmente si se padecen alergias cutáneas o respiratorias». Antonio Luis Villarino considera que no es tan lógico demonizar la leche. «En su justa medida se puede tomar. No hay ningún tipo de alimento que se deba castigar. Hay que aprender a seguir una dieta equilibrada, sin excesos». Y Sergio Calsamiglia concluye que «hay que tomar leche»¦ y con cacao, porque el chocolate es rico en flavonoides, que reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares».
En cualquier caso también hay ex mandatarios que han decidido cambiar de hábitos nutricionales y han dejado de tomar carne, pescado, huevos y productos lácteos, como Bill Clinton, que lo explicó en una entrevista en la CNN emitida el pasado mes de agosto. «Me siento bien. Y lo creas o no tengo más energía». Será cuestión de saber alimentar la autoobservación, porque cada persona y su cuerpo es un mundo.