El calcio sí, la leche no tiene tanto sentido

Debemos admitir que mucha gente necesita la versión oficial para empezar a pensar en algo que viene diciéndose desde hace ya mucho tiempo. Ingerir leche como fuente de aporte de calcio a nuestro organismo no tiene mucho sentido, máxime si tenemos en cuenta su inconvenientes, riesgos y el hecho de que podemos obtener calcio de muchas otr­as fuentes. Ahora ha sido un informe oficial de la Escuela de Salud Pública de Harvard el que arroja luz sobre este asunto.

En primer lugar, un po­co de estadística básica: a pesar de la cantidad ingente de leche y productos lácteos que se ingieren en el mundo, la osteoporosis y desórdenes relacionados siguen en aumento. Conviene recordar que la leche, una vez metabolizada, genera acidosis por lo que no solo no sirve como la mejor fuente de calcio, sino que en determinados casos puede generar descalcificación (el cuerpo lucha contra la acidosis tomando calcio de los huesos para neutralizarla).

Desde Harvard se cuestionan además si la leche y los lácteos son realmente la fuente primordial a la que recurrir para obtener calcio. Entre los inconvenientes citan algunos muy importantes, como la altísima cantidad de personas que, sin llegar a ser alérgicas, padecen intolerancia a la lactosa, traducida en síntomas que por ser leves y dispares pueden no asociarse a la leche (gases, hinchazón, calambres, diarrea). Más importante aun son algunos hallazgos sobre la relación entre el consumo de leche y lácteos y el riesgo de padecer cáncer de ovario y/o próstata.

En general, los productos animales tienen mayor influencia sobre aquellos cánceres hormono-dependientes. En concreto, un estudio de la Universidad de Medicina de Yamanashi (Japón) afirma que, en la leche, las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona) del animal ejercen un tremendo efecto procancerígeno en el ser humano.

En el caso del cáncer de próstata los datos son escalofriantes. Los hombres que beben dos o más vasos de leche al día tienen el doble de riesgo de padecer este cáncer que aquellos que no beben leche en absoluto. Así de contundente son las conclusiones del estudio llevado a cabo en la Universidad de Harvard, publicado en la revista Cancer Research.

Evidentemente, cuando decidimos obtener el calcio por otras vías debemos ser realmente serios e incluir dosis importantes de alimentos que lo contengan, como son los vegetales de hojas verdes y oscuras, las legumbres o las semillas, entre otros. Además, podemos tomar otra serie de medidas para aumentar y asegurar la máxima absorción y fijación del calcio, como la inclusión de suplementos de vitamina D con calcio, tal y como muestran las investigaciones.

Sin ir más lejos, medidas como consumir fruta o abandonar los refrescos de cola son más inteligentes que atiborrarse de leche. Estas bebidas están relacionadas con importantes pérdidas de calcio, sobre todo en mujeres mayores, según los datos de la Universidad de Tufts (Boston), en el centro de investigación sobre envejecimiento (Departamento de Agricultura y Nutrición Humana).

La lista de inconvenientes puede ser todo lo amplia que una persona desee. No hay más que buscar la información, pero no soy yo quien vaya a entrar en debates sobre qué intereses pueden estar detrás del reflejo automático que tiene la ciudadanía cuando, al escuchar la palabra calcio, piensa automáticamente en leche y productos lácteos.