Al igual que el resto de cosas en el planeta, la leche materna que tomamos en nuestra infancia tiene un fin biológico y es el de nutrirnos para crecer y desarrollarnos.
Por tanto, es lógico afirmar que, una vez alcanzada la edad adulta, nuestro organismo, al igual que el de cualquier otro mamífero, no necesita leche para seguir adelante.
Además, durante la infancia nuestro organismo segrega una enzima digestiva llamada lactasa, encargada de procesar un componente de la leche que provoca muchos problemas en la actualidad: la lactosa.
¿Qué es la lactosa?
La lactosa es un azúcar lácteo, un carbohidrato que está formado por glucosa y galactosa, que provoca un trastorno muy común en los individuos que toman leche.
Este trastorno se denomina intolerancia a la lactosa y afecta en torno al 75 % de la población mundial.
Las personas que lo padecen experimentan náuseas, vómitos y diarrea cada vez que consumen productos derivados de la leche, aunque a veces pueden consumir lácteos fermentados o altos en grasa sin sufrir ninguna reacción.
Valor nutritivo de la leche
Como ya he mencionado más arriba, el principal propósito de la leche materna es permitir y facilitar el crecimiento de un bebé.
El propósito de la leche vacuna, la leche comúnmente consumida, no es otro que el de nutrir a un ternero y, por consiguiente, está cargada de poderosos nutrientes beneficiosos también para la salud humana.
Una taza de leche contiene:
Calcio: 28 % de la cantidad diaria recomendada (CDR).
Vitamina B2: 26% de la CDR.
Vitamina D: 24 % de la CDR.
Fósforo: 22 % de la CDR.
Vitamina B12: 18 % de la CDR.
Potasio: 10 % de la CDR.
Vitaminas A, B1 y B6.
Selenio, zinc y magnesio.
146 calorías.
8 gramos de grasa.
8 gramos de proteína animal de alta calidad.
13 gramos de carbohidratos.
Por lo general, el perfil nutritivo de la leche es excelente, pues contiene un poco de todos los nutrientes esenciales para el organismo.
Sin embargo, esto puede variar según el tipo de alimentación y modo de cría de las vacas que producen la leche.
Por ejemplo, la leche procedente de vacas alimentadas a pasto y criadas a campo abierto posee más ácidos grasos omega 3, un 500 % más de ácido linoleico conjugado y más vitaminas solubles en agua, en especial vitamina K2.
Beneficios de la leche
Tras repasar el potente contenido nutritivo de este producto lácteo, solo podemos concluir que sus efectos en la salud no son más que beneficiosos.
Su elevado contenido en calcio, el principal mineral presente en los huesos, puede contribuir a mejorar la densidad ósea, reducir la osteoporosis y disminuir el riesgo de fracturas en personas de edad avanzada.
A pesar de su elevado contenido calórico, varios estudios indican que el consumo de leche entera está asociado a una reducción del riesgo de padecer obesidad y diabetes tipo 2.
Por último, se cree que la leche entera procedente de vacas alimentadas a pasto puede disminuir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.
No obstante, los resultados arrojados por la ciencia no coinciden a la hora de confirmar si realmente la leche reduce el riesgo de enfermedades del corazón.
Entonces, ¿es saludable tomar leche? Por el momento, no existen pruebas científicas que indiquen que el consumo de leche sea perjudicial para la salud, sino todo lo contrario. Por tanto, si te gusta este producto lácteo y lo toleras sin problemas, ¿qué tiene de malo beberlo?