Es la eterna duda cuando compramos leche o yogures en el supermercado: ¿desnatados o «enteros»? En el siguiente artículo pretendemos demostrate que, si no tienes problemas de colesterol y no abusas de este tipo de productos, su grasa te conviene
Parece que, en cuestiones de alimentación, en los últimos veinte años se ha impuesto la tendencia más «light»: alimentos bajos en calorías, en grasas y, por defecto, a menudo bajos también en nutrientes.
Parece consensuado que la grasa del aceite es beneficiosa para el organismo, pero hay quien plantea dudas sobre la conveniencia de consumir la grasa de la leche (fundamentalmente en cuanto a la nata se refiere). Lo que te vamos a intentar aclarar o desvelar en los dsiguientes párrafos es que, si no tienes problemas de colesterol, o consumes en cantiodades moderadas los productos lácteos, la grasa de la leche es beneficiosa para tu salud. ¿Porqué?
– Porque las grasas de la leche no elevan el colesterol y pueden condicionar el incremento del colesterol bueno (HDL).
– Porque aproximadamente un 30% de nuestras calorías deberían proceder de la grasa, y un 10% de esta grasa debería ser saturada.
– Porque la grasa que hay en un yogur de 125 gramos sin desnatar es realmente pequeña: unos 3 ó 4 gramos, y en la cuajada, aproximadamente el doble.
– Porque la grasa de la leche es vehículo de vitaminas liposolubles, como en el caso de la vitamina B. Sin grasa, esta vitamina se absorbe peor.
– Porqué la grasa da mejor sabor a la leche o al yogur, y lo hace de una forma natural.
Por ello nuestro consejo es que, -insistimos-, si no tienes una prescripción médica contraria, toma los productos lácteos naturales, sin desnatar. ¡Saben mucho mejor!
No sólo la grasa es importante en la leche, yogures, cuajada, quesos, etc. También hay otros componentes que hacen de los productos lácteos y de sus derivados un elemento prácticamente imprescindible en nuestra alimentación, y desde la cuna. Son, fundamentalmente, éstos:
– Las proteínas, de alto valor biológico.
– Las vitaminas A,D y del grupo B.
– Minerales como el calcio y el fósforo.
– Los hidratos de carbono (la lactosa, aunque sin una proteína llamada lactasa no se puede absorber en nuestro organismo).