El yogurt griego ha estado en alza en el último tiempo. Percibido por el público como una alternativa más sana y proteínica que los yogures batidos comunes y corrientes, diversas grandes marcas de lácteos han lanzado su propio yogurt «griego». Pero pocos son fieles a la receta tradicional y reemplazan la espesa textura de este yogurt agregando proteína láctea en polvo, féculas y otros.
El yogurt griego es espeso, cremoso y muy sabroso. Su receta tradicional dice que se elabora en base a leche de vaca o de cabra, y que debe ser drenado, para eliminar el exceso de suero lácteo, dejándolo así con un cuerpo más denso y el doble de proteínas que un yogurt batido normal. De hecho, tiene el doble de proteínas, un 7% versus un 3,5%. Además, por su mayor contenido graso, se considera un yogur más nutritivo y completo, pues los bacilos se pueden desarrollar plenamente en este medio.
De su origen no se sabe mucho más que la creencia que los turcos lo llevaron en algún momento al Mediterráneo en la antiguedad y de ahí saltó a Grecia, donde tuvo tanto éxito que comenzaron a elaborar un estilo propio de este yogurt y, además, comenzaron a incorporarlo en muchas de sus comidas, así por ejemplo, hasta forma parte de comidas griegas clásicas como la salsa Tzatziki, que combina yogurt griego y ajo.
Además, entre sus propiedades está el hecho que lleva muy bien los distintos sabores, por su equilibrio entre grasa y acidez, lo que lo hace muy versátil para platos salados, como una sopa o carnes, y también para platos dulces, como un postre de yogurt, miel, nueces y pasas.
Estas propiedades explican en parte el boom de este producto, que responde a la mayor preocupación de los consumidores a alimentarse sanamente y sin químicos, y por lo mismo pagar más por un producto que saben nutritivo y que está elaborado artesanalmente. En EE.UU. los productores artesanales de yogurt griego se han multiplicado y se han puesto creativos, ofreciendo opciones saborizadas con frutas y esencias de flores. Incluso, las tiendas que venden yogurt helado, han comenzado a ofrecerlo fresco y han incorporado nuevos sabores salados a sus helados, por ejemplo, tomate, albahaca, pepino o aceite de oliva.
El fenómeno ha sido tanto que el diario The New York Times dedicó un artículo sobre el yogurt griego en su sección de comida, destacando que en EEUU, el yogurt griego representa la tercera parte del mercado del yogurt (un mercado de 6 billones de dólares) y asegurando que ha tenido un aumento explosivo el último año.