La herencia del yogurt griego

Desde el lejano país helénico, tierra de rica historia, de arte y de mitos y leyendas, llega una receta tradicional y casera para la preparación del yogurt griego, que hoy se puede disfrutar en nuestra capital.

Esa es la propuesta de Estefanía Korfiatis, una guapa emprendedora de 26 años, que desde el 2011 ofrece este postre en su restaurante familiar, así como en ocho distintos puntos de venta de San Isidro, Barranco y Miraflores.

Reconoce que su inversión inicial fue mínima (US$ 200 aproximadamente) dadas las características de su producto, que requiere insumos como leche pasteurizada y una fermentación bacteriana de esta, que le dan la forma típica de un yogurt.

«Con yogurt Attika ofrecemos una textura y un sabor distintos a lo que existe en el mercado, porque esa es la receta de mi abuela, que es griega. Ese es nuestro plus. Es un postre tradicional en Grecia», comenta Estefanía.

Las particularidad de este yogurt griego probiótico es que tiene la consistencia de un flan, no es tan aguado como los productos tradicionales. Además permite mantener la flora intestinal y ayuda a una mejor digestión.

«Empecé en este negocio, básicamente, por el entorno familiar, que están muy metidos en todo el mundo gastronómico. A mi hermano se le ocurrió hacer una empresa en base al yogurt griego porque mi papá es griego. Al realizar el análisis del margen de ganancia, vimos que era muy rentable. Así empezó todo», precisa.

La tendencia por lo natural ha ido creciendo en los últimos años a tasas importantes, pero según Estefanía son los mayores de 50 años quienes más se preocupan por su salud y su bienestar, no por nada el 60% de sus clientes tienen edades entre 50 y 60 años.

«La gente joven consume menos productos como el mío, pero la tendencia sigue creciendo, porque es difícil que no encuentres yogurt en un refrigerador, y si tienes una opción más saludable, mejor», señala.

Asimismo, nos comenta que el yogurt Attika comenzó a ser más conocido por el comentario de amigos, que lo recomiendan, que por una campaña de promoción.

«En un inicio el tema logístico fue mi primera gran traba, porque no estaba preparada para atender una gran demanda, pero el yogurt pegó y gustó, así que ya he tomado mis previsiones», sostiene.

ventas y

Proyecciones

El precio de la única presentación que tiene el yogurt griego probiótico Attika (180 gramos) es de S/. 5,00 e incluye un pote con miel de higo y chancaca.

«Esa es la presentación estándar del mercado. En los locales donde ponemos el producto vendemos hasta 300 yogures a la semana, pero en el restaurante familiar Attika, se venden mil al mes», nos comenta.

Como aún es una pequeña emprendedora se traza metas a corto y mediano plazo, una de ellas es ingresar sus productos a una conocida cadena de grifos que cuenta con decenas de tiendas en la capital y además a un supermercado.

«Ingresar a lugares como esos cambiarían en todo nuestra producción, e incluso priorizaría ese mercado antes que el casero y de barrio que tenemos. Pero es algo que cuesta y yo recién empiezo, pero no lo veo tan lejano», reconoce.

Consideró importante dar valor agregado al producto por más casero que este sea, como por ejemplo una buena etiqueta, un buen empaque, una tabla nutricional, pero sobre todo es necesario ser formal y cumplir con los impuestos.

Por el momento la dejamos en su taller, preparando meticulosamente este manjar natural, bueno para la salud, que aún está por ser descubierto por el exigente paladar del peruano.

En cifras

60% de las ventas se realiza en la temporada de verano.

2 semanas demora la producción del yogurt, entre la etapa de maduración y fermentación.