Una receta sencilla que nos permitirá disfrutar de yogur hecho en casa y sin necesidad de comprarnos otro «cacharro» más. Más que nada porque si meto otra máquina-trasto-utensilio en casa voy a tener que salir yo!
Dicen que a la tercera va la vencida…¡y menos mal! Porque esto ya se había convertido en algo personal, era o el yogur o yo. Si en este tercer intento llega a salir mal hubiera declarado vencedor al yogur y no lo hubiera vuelto a intentar. Con mi consecuente frustración.
Pero no, he ganado yo! Y ya sé preparar yogur en casa y sin tener que comprarme la yogurtera. Que no es que sean caras, porque ya les tenía echado el ojo y las hay por 25€. Pero es que me niego a comprarme más trastos. Bueno, me niego y «me niegan», que como meta algo más en casa igual me sacan a patadas! Jejeje.
¿Acaso hay algo más satisfactorio que hacer las cosas en casa? A mí es que todo lo «hecho en casa» me sabe mejor que lo comprado. No sé si porque realmente está más bueno o es simple orgullo y satisfacción. Pero lo a gusto que te quedas no tiene precio, jeje.
Después de hacer el petit suise casero dije que se me había abierto todo un mundo. Y así fue. De hecho el otro días los volví a hacer pero de plátano y están casi hasta más buenos! Pues ahora con el yogur casero el mundo que se me abre ya es la leche! Porque en casa comemos muchos petit suise, pero yogures comemos por un tubo. De postre, para cenar,… Así que ahora que los puedo hacer en casa esto ya es la repera. ¡Que tiemble el señor Danone!
Pero como no es oro todo lo que reluce, y para que veáis que no siempre me sale todo bien (si este ha sido el tercer intento ya queda claro que no), os voy a contar un poco mis dos experiencias fallidas para que no cometáis los mismos errores que yo.
Después de buscar y rebuscar en internet recetas y formas de hacer el yogur sin necesidad de yogurtera me quedaron claras varias cosas:
imprescindible usar un yogur
hay que lograr una temperatura adecuada para no matar las bacterias encargadas de «fabricar» el yogur.
algún método casero que conserve el calor durante el tiempo suficiente para que las bacterias hagan su trabajo y le leche cuaje.
Luego había muchas cosas opcionales: hay gente que añade un par de cucharadas de leche en polvo para que espese más, otros que añaden nata, otros que hierven la leche y la dejan enfriar, otros que la calientan sin llegar a hervirla, gente que usa yogur griego, otros yogur normal,…
Los métodos para conservar el calor también son variados: el horno apagado después de haberlo usado, una olla después de haber hervido agua, meter los yogures en un recipiente bien tapados con trapos y dejarlos en un armario calentito, meterlos en una nevera isotérmica bien tapados con trapos y con un recipiente de agua caliente,…
Lo que más me llamó la atención fue que para hacer yogur necesitara un yogur. «Â¡Vaya chorrada!» pensé. «Para eso me compro los yogures y listo». Pero claro, tiene su explicación lógica.
Para que la leche se transforme en yogur, tiene que tener un proceso de fermentación del que se encargan las bacterias Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus. Y claro, ¿de dónde sacamos esas bacterias? Pues lo más fácil es sacarlas de otro yogur! También deben de vender en tiendas especializadas unos polvos y preparados especiales para yogur con estas bacterias. Pero es más sencillo (y barato) usar un yogur. Además usando un yogur logramos otros 10, así que nos sale a cuenta.
Primer intento: usé 1 litro de leche fresca entera, 1 yogur griego azucarado y un poco de nata. A modo de «yogurtera» una bolsa isotérmica y unos trapos.
Calenté la leche con un par de cucharadas de nata, la llevé a la temperatura adecuada, la mezclé con el yogur y la vertí en los vasitos. Los tapé con papel de aluminio y los metí en una bolsa isotérmica, envueltos con un par de trapos.
Al día siguiente eso no había cuajado ná! Aguachirri puro. Es más, ni sabía a yogur.
¿Error? No mezclé muy bien antes de meterlo en los vasos, con lo que el yogur no se distribuyó bien. Puede que influyera algo que el yogur llevara una semana caducado… >_< No se mantuvo la temperatura adecuada para que la fermentación se llevara a cabo.
Segundo intento: usé 1 litro de leche entera (no fresca), 1 yogur natural normal (no azucarado).
Puse a calentar la leche y la llevé a ebullición. Dejé que se enfriara hasta la temperatura adecuada y añadí un par de cucharadas al yogur, mezclando bien. Luego ya mezclé todo. Lo vertí en los vasitos y los cubrí con papel de aluminio. Los metí en la bolsa isotérmica, pero esta vez metí también el brick de la leche lleno de agua caliente para ayudar a conservar la temperatura. Bien cubierto todo con trapos.
Al día siguiente tampoco había cuajado nada. Pero esta vez sabía a yogur. Sólo que yogur líquido, líquido.
¿Error? Creo (no lo sé a ciencia cierta) que el problema fue de la temperatura. Aunque he visto blogs e incluso vídeos que lo hacen así, con la bolsa isotérmica y el agua caliente, creo que la temperatura no era suficiente o no se mantuvo el tiempo necesario para que se produjera la fermentación.
Tercer intento: a la tercera va la vencida y es el método que seguiré usando.
YOGUR NATURAL (SIN YOGURTERA)
Inspiración: el estupendo blog de Merengue y Frambuesa. (además de otros tropecientos mil para hacerme a la idea del proceso)
Dificultad: en sí no es difícil la preparación. La dificultad está en lograr las condiciones correctas para la fermentación.
Tiempo de preparación: 10 minutos.
Reposo: 8-10 horas.
Cantidad: 10 yogures tamaño estándar (125 g.)
Ingredientes
1 yogur natural
900 ml. de leche
100 ml. de nata
Preparación
1.- En un bol mezclamos el yogur con 50 ml. de leche y reservamos.
2.- Ponemos a calentar en un cazo el resto de la leche y la nata hasta alcanzar una temperatura de 40-45 ºC. Necesitaremos un termómetro de cocina, pero si no tenemos sabremos que está cuando al tocar la leche la notemos caliente pero que no queme. Es muy importante no pasarnos de esta temperatura para no matar las bacterias del yogur.
3.- Retiramos del fuego y añadimos el yogur que teníamos reservado. Mezclamos hasta integrar bien.
4.- Vertemos la mezcla en los vasitos (o en un tarro grande) y tapamos con papel de aluminio.
5.- Los colocamos en un tupper grande o en una bandeja de horno, tapamos bien con paños de cocina para mantener el calor y los introducimos en el horno apagado pero caliente. Puede ser que lo hayamos usado para algo y lo hayamos apagado (y esperado un poco para que baje la temperatura) o si no lo podemos calentar a 50 ºC unos minutos, apagarlo y meter los yogures. Dejamos que reposen ahí unas 8 horas. Mejor prepararlos a la noche y dejarlos ahí hasta la mañana siguiente.
6.- Una vez listos, los metemos al frigorífico unas horas antes de consumir. Servirlos acompañados de azúcar, mermelada, miel,…
Trucos / Consejos / Variaciones
si tenéis yogurtera, seguid todos los pasos hasta el 4 y luego seguid las instrucciones del fabricante.
no es necesario usar leche fresca, ni siquiera leche entera, vale cualquiera que tengáis. Eso sí, con la fresca y entera quedará más cremoso.
si no queréis añadirle nata para que sea más ligero, podéis sustituir los 100 ml. de nata por leche. Pero en ese caso estaría bien que añadierais 2 cucharadas de leche en polvo para que coja más consistencia.
el yogur a utilizar da igual de qué tipo sea. Si usáis uno de sabores, el resultante también tendrá sabor (aunque mucho más diluido).
en algún blog leí que lo habían hecho también con leche de soja y yogur de soja. No sé si así funcionará, ya que en la leche de soja no hay lactosa que fermente…
la textura que se consigue es más similar a la de un yogur griego que a un yogur «normal». La parte de arriba sí que queda algo más consistente pero por dentro es más cremoso.
las variaciones son infinitas, tantas como se os ocurran. Podéis cambiar el tipo de yogur que usáis, añadirle mermelada, fruta fresca, aderezarlo con miel, con sirope de chocolate,…
podéis guardar uno de los que hagáis para usarlo para hacer más. Aunque leí en algún sitio que esto se puede hacer 4 veces, que luego es recomendable utilizar un yogur comercial.
las formas de mantener el calor pueden ser muchas, depende un poco de vuestras posibilidades/ganas. Además de usar el calor residual del horno, también hay gente que usa el calor de una olla. Otra gente pone los yogures a fermentar sobre un radiador (sabiendo que toda la noche o tiempo va a estar encendido). Hay gente también que pone los yogures en una caja con una manta eléctrica y los tiene así fermentando… Personalmente prefiero el del horno, no sólo porque es el que me ha funcionado, sino porque suelo encender el horno mínimo una vez a la semana y así aprovecho el calor residual.
Bueno, si habéis conseguido llegar hasta aquí sin dormiros entonces es que sois la leche. ¡Menuda entrada más chaposa me ha quedado! Si lo habéis leído a plazos lo entiendo 😛 Sea como fuere, os animo a probar a hacer vuestros propios yogures porque no os vais a arrepentir. De hecho le vais a coger el gustillo y haréis experimentos con nuevas combinaciones, yo ya estoy tramando otros!