La publicidad inicial aseguraba que la ciencia estaba de su lado: «Está comprobado científicamente que refuerza las defensas de tu cuerpo», rezaban.
Pero aquí va la ciencia»¦ la ciencia de verdad: tus intestinos, especialmente el grueso- están repletos de toda clase de bichos, como hongos, virus y otros organismos vivos que incluyen unas 100 billones de bacterias.
De hecho, hay más de ellos que células en el resto de nuestro cuerpo, así que lo que creemos que es nuestro cuerpo es más bacteria que humano.
Y tú tienes tu propia mezcla compleja y personal.
Nuestra reacción inicial es querer deshacernos de ellos, pero resulta que son vitales para nuestro bienestar: esa flora intestinal ayuda a absorber los nutrientes de la comida, a metabolizar las medicinas, y además están en contacto constante con tu sistema inmunitario, al que le enseñan qué representa o no una amenaza.
Los probióticos supuestamente añaden más de esas bacterias beneficiosas pero, ¿realmente lo hacen? ¿qué efecto tienen?
La idea de añadir
Para poder decir que los probióticos definitivamente son un beneficio para la salud, habría que probar que la bacteria viva de los productos probióticos sobrevive al ser ingerida y al pasar por el estómago, que es altamente acídico. Luego que pueden encontrar un lugar en el intestino en el cual quedarse y reproducirse, y que efectivamente incrementan la población existente de bacterias.
Finalmente, tendríamos que probar que están teniendo un efecto real en la salud de una proporción significativa de gente»¦ ¡y todo eso es mucho que probar!
El especialista en intestinos James Kinross, del Imperial College de Londres, ha estado revisando la evidencia.
«Mientras tomas probióticos, se quedan en tu sistema. Pero cuando dejas de hacerlo, son expulsados. De manera que, si uno logra que funcionen, sólo lo harán por el tiempo en que los tomes, y nada garantiza que tendrán el mismo efecto para cada persona, pues tenemos especies diferentes de bacterias», le dice a la BBC.
Pero, ¿hay alguna evidencia de que nos hacen más saludables, incluso si no estamos enfermos?
«Hay muy poca evidencia de que nos harán vivir más o que nos harán genéricamente más sanos», declara.
Y él, ¿los toma?
«No, pero lo haría si tuviera diarrea o síndrome del intestino irritable, y le diría a mis pacientes que los tomaran en circunstancias específicas. Pero yo no los tomo a diario pues no creo que mejoran mi salud a largo plazo».
De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria concuerda en que sencillamente no hay suficiente evidencia para permitirle a las compañías comerciales de probióticos que sigan prometiendo lo que prometían al principio.
Las compañías, como Danone, que hace Activia y Actimel, y Yakult, cambiaron su publicidad, pero dicen que es sólo para cumplir con las reglas de la UE.
Aseguran que lo que originalmente afirmaron está respaldado por años de investigación y que está aprobado en muchos otros países.
Una alternativa: alimentar
No obstante, hay otra área de investigación que sugiere que hay una alternativa a los probióticos; que algo tan simple como comerse una bolsa de avena puede tener un efecto realmente beneficioso para la salud intestinal.
Es un enfoque nuevo y considerablemente más barato.
El concepto es simple: en vez de tratar de añadir más bacteria a tus intestinos, sencillamente dale a los que ya tienes más comida.
Al parecer, algunas de las bacterias que son realmente buenas para nosotros prosperan cuando les damos avena.
¿Por qué exactamente eso es bueno para nosotros?, le preguntamos a la doctora Karen Scott, del Instituto Rowett de Aberdeen, Escocia.
«Sabemos que las distintas bacterias producen diferentes subproductos al fermentar la comida que ingerimos, y la avena parece ser particularmente buena para estimular el crecimiento de las bacterias que producen algunos de los subproductos más beneficiosos. Algunos son buenos para la salud del revestimiento intestinal, otros son más importantes en términos de la salud cardíaca».
De alguna manera, es como tener un billón de mascotas minúsculas adentro de uno: si las alimentas bien, ellas producen químicos que te hacen sentir mejor.
Esta línea de investigación está apenas en sus primeras etapas, pero hay mucho interés ahora en alimentos que contienen fibra y que pueden fomentar las bacterias que ya tenemos.
Y como ya se sabe que comer mucha fibra reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, mientras esperamos el resultado de esta investigación, no está de más seguir comiendo avena.
Al fin y al cabo, aunque hay ciertas condiciones médicas específicas que se benefician con los probióticos, para la mayoría de los que gozamos de buena salud, esa es una alternativa más económica.