Siempre estoy pendiente de la alimentación de mis hijos, pero sobre todo me preocupo de que tomen cada día dos vasos de leche como me recomendó mi pediatra porque es lo más conveniente para un crecimiento saludable de los niños. Pero, ¿les estoy dando lo mejor? Quizás no, sobre todo, después de conocer que la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha denunciado que la calidad de la leche hoy es peor que la leche analizada hace diez años y que las marcas más caras no son necesariamente las mejores.
La leche es un alimento indispensable para el crecimiento de los niños porque aporta calcio, un mineral imprescindible para desarrollar huesos fuertes, proteínas de buena calidad , que intervienen la construcción de músculos, huesos y tejidos del cuerpo y vitamina D, que ayuda al organismo a absorber el calcio.
La calidad de la leche es peor hoy
Por este motivo, entre el primer y el tercer año de vida se recomienda tomar medio litro de leche al día para cubrir las necesidades de calcio que necesitan los niños, que son de 800 mg. A medida que van creciendo los niños las raciones de lácteos al día recomendadas son dos y equivalen a dos vasos de leche, un vaso de leche y dos yogures o un vaso de leche, un yogur y un poco de queso. Esta organización ha analizado 47 marcas de leche entera y ha concluido que las diferencias de calidad entre unas y otras son «abismales» y que la composición de algunos de estos productos puede calificarse como «fraude».
¿Cuál es el problema de la leche?
Básicamente que la composición de la leche varía mucho según factores como las estaciones del año o la raza de las vacas. Además, en los últimos 20 años casi se ha conseguido duplicar la producción de leche, pero a costa de una menor concentración de nutrientes. En concreto, los resultados del análisis de la OCU han puesto de manifiesto que hay marcas que no aportan el contenido mínimo de grasa; que las leches son ahora más pobres en calcio, y además la relación calcio/fósforo a menudo es desequilibrada, bien porque hay poco calcio, o porque sobra fósforo (probablemente por el añadido de estabilizantes); que muchas de las leches analizadas sufren tratamientos térmicos muy agresivos, algo que no es necesario si la leche está en buenas condiciones higiénicas, ya que aunque un calentamiento excesivo acaba con los microorganismos, también degrada las vitaminas y las proteínas; y por último, que algunas marcas parecen usar leches demasiado viejas: el laboratorio detecta, por ejemplo, indicios de degradación de las proteínas.
La OCU ha denunciado que existe una «alarmante falta de control» de los procedimientos utilizados por algunos fabricantes, y atribuyó el descenso en la calidad de la leche entera a que las exigencias legales «se han relajado» desde el cambio normativo en 2006 y al sistema de producción intensivo. Además, critica que los controles a los que se somete la leche no son lo bastante exigentes. El análisis llevado a cabo por esta organización hace diez años dio como resultado que las leches de pobre calidad eran «mucho menos numerosas» que en la actualidad.