La leche y las bebidas vegetales no son nutricionalmente equiparables

Cree que se ha instalado la corriente antileche, pero no para quedarse

El descenso del consumo de leche en España es una preocupación del sector lácteo. Sus causas y sus consecuencias fueron analizadas en las jornadas de Seragro por la endocrinóloga Pilar Matía Martín, coordinadora del Grupo de Nutrición de la Sociedad de Endocrinología, Nutrición y Diabetes de la Comunidad de Madrid. Desde la evidencia científica, desmontó una serie de mitos y leyendas urbanas sobre el consumo de la leche y de sus derivados. Entre otras cuestiones dijo que la leche no engorda y que sus proteína son más saciantes, por lo que sirven como herramientas para controlar el apetito.

-Ha descendido el consumo de leche. ¿A qué cree que se debe?

– Depende de cómo se valore, en términos absolutos o relativos. Lo cierto es que se ha reducido tanto el consumo de leche como de derivados lácteos. Las causas pueden ser muy diversas, sobre todo si tenemos en cuenta que en países de nuestro entorno más inmediato el consumo es más elevado que en España. Una de esas razones es la corriente antileche que se ha instalado en la sociedad.

-Se cuestiona si la leche es buena. ¿Qué dice la evidencia científica?

– La leche es un alimento bueno, que tenemos incluido en nuestro hábito alimentario desde hace muchos años y que forma parte de nuestra diversidad cultural, nuestra diversidad gastronómica y nuestra diversidad en el consumo de nutrientes. Las guías hablan de diferentes consumos en relación con diferentes edades, pero de media entre dos y tres raciones de lácteos al día, un poco más en pacientes con embarazos o lactancia y quizá adolescentes en el período de máxima formación de masa ósea. Una ración viene a ser un vaso o una taza de leche, de entre 200 y 250 mililitros, dos yogures o 40-60 gramos de queso.

-¿Es equiparable la leche a las bebidas del mercado que se presentan como sustitutivos?

– Desde el punto de vista nutricional algunas bebidas se han adaptado. Pero no son leche. Leche solo hay una, la producida por las mamas de las hembras de la especie mamífera. Las otras son bebidas vegetales, que en algunos procesos industriales se han adaptado para que, por ejemplo, en el caso del calcio su consumo sea equiparable al de la leche. En la elaboración de la bebida de soja se añade calcio al final del proceso para quede parcialmente equiparable. Cuando se ven los macronutrientes y los micronutrientes, no son exactamente iguales; en cantidad son bastante similares. Pero el problema es que ni las proteínas ni los ácidos grasos son similares, son diferentes, lo que hace que al final la composición nutritiva no sea equiparable. Es un alimento más, pero al final no es leche.

-¿Pueden acabar ganando la batalla las bebidas vegetales?

– En nuestro entorno, probablemente no. En algunas guías americanas sí que equiparan el consumo de bebidas lácteas, sobre todo leche, a una ración de bebida de soja, suplementada con calcio. Si la pregunta es cuál de las dos variedades puede ser más natural, ambas pueden ser naturales. Todas tienen su proceso de elaboración para que puedan ser más duraderas, pero en cualquier caso no son equiparable desde el punto de vista nutricional. Tampoco son fórmulas que no se puedan utilizar porque son no naturales, en ningún caso.

-¿Dice que en América opinan lo contrario?

– En América se equipara una ración de leche a una ración de bebida de soja, suplementada con calcio. Aquí, no; y creo que no va a ir por ahí la tendencia en España. La tendencia naturalista se extiende por todo el mundo occidental, y allí, en América, que son muy consumidores de suplementos de todo tipo minerales, vitaminas, posiblemente como patrón de consumo sea algo bastante fuerte.

-En su conferencia hizo alusión a algunas falsas creencias sobre la leche. ¿Qué les pediría a quienes siguen esas tendencias?

– Si se refiere a lo que se llaman leyendas urbanas sobre la leche y los efectos perjudiciales que se le atribuyen, que no son tales. No produce más mucosa en las vías respiratorias. Con eso hay que ser muy cautos en la valoración de esa información, ver de dónde procede, comprobar si tiene detrás estudios contrastables o si se trata de eso, de comentarios llevados de manera errónea, que pueden ser perjudiciales para una salud generacional más preocupada.

pilar matía martín endocrinóloga del grupo de nutrición y diabetes de madrid

«Hay estudios que avalan el consumo de lácteos para la prevención de enfermedades»

Una de las leyendas urbanas es que el hombre es el único animal que sigue tomando leche después de la infancia.

– Es el argumento más fácil de rebatir de todos los que están circulando. Somos la única especie que hace cosas diferentes. Hemos sido los únicos que hemos sabido explotar la agricultura y la ganadería; y desde que lo hacemos, somos capaces de desarrollarnos en la biomedida, hemos crecido y hemos evolucionado. Otras especies no lo pueden hacer. Consumimos todo lo que está en nuestra mano, y en situaciones de extrema hambruna hemos usado estas armas para salir adelante.

-¿Qué recomendaría a los consumidores?

– Que no abandonaran el consumo de lácteos, dentro de un patrón dietético saludable, que consiste en tomar también verduras y frutas diariamente; que dependiendo de la situación de salud y de la edad del paciente, pueden encontrar una leche adaptada a sus necesidades. La leche líquida es muy versátil y puede adaptarse a todo tipo de pacientes y de personas en su día a día, con salud normal. Existen estudios que avalan el consumo de lácteos para la prevención de problemas metabólicos como la diabetes mellitus tipo 2, las enfermedades cardiovasculares o el infarto de miocardio agudo, aunque en estos casos se recomiendan lácteos desnatados.

-¿Y los derivados como el flan?

-Son saludables, pero dependiendo del momento en el que se consuman. La cantidad de azúcar puede hacerlos no recomendables para algunos grupos poblacionales. En enfermos, niños pequeños o mayores en los que la ingestión de proteínas puede ser complicada pueden ser una fuente de variedad dietética, que evita la tendencia a una posible desnutrición.