Una de las primeras decisiones que se suelen tomar cuando se opta por una dieta para reducir peso es la de sustituir la leche entera por leche desnatada para rebajar el consumo de grasa y poco a poco ir bajando de peso.
Pero, ya que la leche es un alimento básico, vamos a analizar las diferentecias entre estos dos productos para que nuestra elección parta de un análisis completo.
La leche desnatada aporta la misma cantidad de proteínas, azúcares (lactosa) y calcio que la leche entera.
La cantidad de agua que contiene la leche desnatada es muy similar a la de la leche entera por lo que es incorrecto afirmar que la «la leche desnatada es todo agua».
La diferencia (obviamente) entre ambas radica en que la leche desnatada no contiene apenas grasa y por lo tanto las calorías que aporta son inferiores.
Al eliminar la grasa, también se desechan las vitaminas liposolubles A, D y E. No obstante, prácticamente todas las leches parcial o totalmente desnatadas que se comercializan hoy en día ya vienen enriquecidas en dichas vitaminas.
Si se beben sólo dos vasos de leche en una jornada, la diferencia de ingesta de grasa apenas será perceptible.
En resumen, la decisión de tomar leche entera o desnatada no es prioritaria en un plan de bajada de peso a no ser que tomemos cuatro o más vasos al día. Además, si tomamos dulces, bollería, embutidos o carnes grasas, de nada nos servirá tomar leche desnatada ya que la diferencia calórica será imperceptible respecto a estos otros alimentos. Parece que la decisión es más razonable tomarla en función del gusto que del peso.