Por generaciones la leche de vaca ha sido un alimento básico en la dieta de chicos y grandes, sin embargo, cada día este hecho es más cuestionado.
La leche de vaca es un excelente alimento, pero sólo para los terneros. La naturaleza no la ha destinado para ser consumida por ninguna otra especie. Si no, observemos a los mamíferos silvestres, estos toman la leche de su madre al nacer, hasta máximo los dos años de vida, y luego se alimentan de frutas, vegetales u otros animales (según la especie). Ninguno toma la leche de una hembra de otra especie, sólo los humanos lo hacemos.
Si bien es cierto que la leche de vaca contiene altos niveles de calcio, el mismo no es completamente asimilable por el ser humano. En su lucha por procesarlo, el organismo termina depositándolo en las articulaciones (generando artritis, artrosis, reumatismo, entre otras enfermedades).
Por otro lado, la leche de vaca posee niveles de hierro inferiores a los requeridos por el ser humano. El calcio y el hierro son minerales sinérgicos, lo que significa que debe existir un equilibrio entre ambos en nuestro organismo para su asimilación. Como sus niveles son adecuados para la vaca, pero no para el humano, ambos no son asimilados correctamente. Se cree que este desequilibrio pueda ser el origen de diversos tipos de cáncer.
Adicionalmente, en la leche de vaca hay muchísima más caseína que en la leche humana para que los terneros desarrollen huesos mucho más grandes. Este exceso produce en el ser humano una gran cantidad de flema (moco), como mecanismo de defensa para librarse de estas toxinas. Este moco genera catarros, alergias, otitis, trastorno de tiroides, obesidad.
Sus niveles de proteína son los adecuados para que el ternero crezca rápidamente, resultando excesivos para el ser humano, y generando cálculos renales y biliares. Una vaca tarda en crecer 2 años. La leche de vaca aporta hormonas de crecimiento y de asimilación de calcio en cantidades totalmente diferentes a las de un hombre que tarda en crecer 21 años. Lo mismo pasa con las hormonas sexuales, pues la vaca alcanza su madurez sexual a los 2 años, mientras que el ser humano lo hace a los 14 años.
El ternero tiene 4 estómagos para digerir la leche, el humano sólo 1. La leche de vaca acidifica el organismo humano debido, entre otras cosas, a su alto nivel de proteínas, fósforo y por la acumulación de ácido láctico que produce en el hombre.
A todo lo antes mencionado, debemos añadir que la leche que tomamos hoy no es la misma que tomaban nuestros abuelos. La industrialización, como muchos beneficios, ha llevado a procesos más deshumanizados para los animales, y a la leche que tomamos llegan los antibióticos y demás medicamentos que les son administrados para mantenerlos en salud. Esto sin contar los preservativos que le son añadidos a la leche para que ésta llegue a nosotros en buen estado.
La leche de vaca provoca en el humano catarros, bronquitis, conjuntivitis, sinusitis, alergias, asma, eczema, psoriasis, artritis, artrosis, fibromas, anemia, fibromialgia, colesterol, estreñimiento, descalcificación, obesidad, inflamación, cáncer de colon, mama, entre otros. Estudios científicos sugieren que existe una relación entre el consumo de leche y el aumento del riesgo de padecer la Enfermedad de Parkinson y diabetes juvenil. Las mujeres chinas no enferman de cáncer de mama, ni los hombres desarrollan tumores prostáticos porque no toman leche de vaca y menos para amamantar a sus bebés.
Existen fuentes naturales de las cuales podemos obtener calcio:
Vegetales verdes (brócoli, espinaca, amaranto, acelga»¦)
Almendras, merey, nueces, ajonjolí, semillas de girasol
Frutas deshidratadas (en especial los higos secos, dátiles, uvas y ciruelas pasas)
Avena, quinoa, arroz integral
Leche de soya, tofu
Garbanzos, caraotas negras, lentejas, granos de soya
Alfalfa, batata, repollo, apio, vainitas, calabaza
También hay que considerar que hay alimentos que favorecen la eliminación del calcio a través de la orina, por ejemplo el exceso de proteína animal (leche, carne, pollo, pescado, huevos), los refrescos o sodas, azúcar, café, alcohol, y el sodio que no sólo viene del salero, sino también de la comida chatarra, procesada, congelados y salsas comerciales, etc. Por otro lado, el ejercicio ayuda a fijar el calcio en los huesos, así como la exposición controlada al sol.
Cambiemos paradigmas, no tenemos que seguir haciendo lo mismo que hacían nuestras madres y abuelas. Si tienes dudas sobre este tema, investiga y experimenta, notarás la diferencia en tu salud y en la de los tuyos.