Hay una famosa y antigua adivinanza que dice: «Es blanco como la leche y negro como el carbón; es dulce como la miel y agrio como el limón ¿qué es?»¦»
Pero no, el post de hoy no es para formular adivinanza alguna, simplemente la he utilizado en la intro del mismo a modo de ejemplo de cómo en muchas ocasiones utilizamos un epíteto (en este caso el color y sabor) para referirnos al algo.
Y es que, tal y como titulo el post, el característico color blanco de la leche no lo tienen otros productos derivados de ésta, como es la mantequilla o algunos quesos, los cuales de una manera natural adquieren un tono amarillento.
Pero la razón de que sea así no es a causa de algún colorante artificial que se le añade durante el proceso sino a un pigmento natural conocido como «beta-caroteno» (β-caroteno) que se encuentra en la hierba que es ingerida por las vacas y que, durante el curioso proceso de digestión de estos rumiantes, acaba disuelto en la leche.
No es hasta el proceso de elaboración de los diferentes derivados lácteos (mantequilla, queso»¦) cuando el beta-caroteno libera su poder colorante que termina tiñéndolo de color amarillo (este pigmento también tiene la propiedad de teñir de naranja o rojizo y está presente en infinidad de frutas y verduras como las zanahorias, la calabaza, la frambuesa o el melón»¦).