El queso y el yogur son otros alimentos a tener en cuenta en este período, ya que constituyen una importante fuente de calcio y proteínas y resultan adecuados para los niños que no toleran la lactosa. No obstante, la leche sigue siendo primordial en la dieta del pequeño, dos de las cuatro comidas deben ser a base de leche y la cantidad ingerida al día no ha de ser inferior al medio litro.
Algunos consejos
En cuanto al queso, deben elegirse los menos grasos. Resultan perfectos los quesitos bajos en grasas, cuya consistencia cremosa hace que se disuelvan fácilmente en la papilla. Los quesos parmesano y grana pueden utilizarse desde el principio como condimento, aunque al ser ricos en sal y contener sustancias capaces de influir en la presión cardiocirculatoria, no son aconsejables para un consumo abundante y habitual.
El yogur ayuda a regular la actividad del intestino. Recuerda que la leche sigue siendo primordial en la dieta del pequeño, y no se debe sustituir un biberón de 200 ml. por un yogur de tan solo 125 g.
Al ser derivados lácteos fermentados, presentan menor contenido de lactosa que la leche, por lo que resultan bien tolerados por los bebés que digieren mal la lactosa de la leche.
Constituyen una fuente primaria de calcio, además de aportar fósforo y vitaminas A, D y del grupo B.
Contienen proteínas de alto valor nutritivo, esenciales para el crecimiento y el recambio de los tejidos corporales.
El queso, a diferencia del yogur, contiene muchas grasas, por lo que debe utilizarse con moderación.