Yogur helado, ¿es tan sano como lo venden?

Sin duda el yogur helado ha sido el producto del verano, y promete ser más que una moda pasajera. En los últimos meses se han reproducido, especialmente en las grandes ciudades, los establecimientos llamados «yogurterías». Ofrecen yogur helado como el sustituto perfecto del helado: más sano y con menos calorías.

Proveniente de los Estados Unidos, incluso ha llegado a las marcas comerciales. Yolado de Danone, con una gran campaña de publicidad, se ha vendido como el remedio a la duda entre yogur y helado. Siempre a la brecha, Mercadona no ha tardado en sacar su propia versión. En todos los casos el mensaje es el mismo: es más sano que el helado de toda la vida.

¿Hay diferencias sustanciales entre un helado de yogur y un yogur helado? ¿La diferencia de calorías es tan abismal? ¿Pierden propiedades los yogures al congelarse? Para resolver todas estas dudas nos hemos puesto en contacto con un experto en nutrición: Abel Mariné, catedrático de Nutrición y Bromatologia de la Universidad de Barcelona.

Lo primero es no confundir un helado de yogur con un yogur helado. Un helado de yogur tiene como base leche a la que se añade una pequeña parte de yogur. En cambio, el yogur helado -nos explica Abel Mariné- «es otra forma de comer yogur, aunque los yogures helados que se encuentran en el mercado son en rigor unos postres lácteos, ya que el yogur es su principal componente «“ en un 44% «“ pero tienen también otros ingredientes no lácteos».

¿Es más sano el yogur helado que otros helados? Si por sano entendemos que tiene menos calorías, el yogur helado gana por goleada a los helados. Aunque depende de la marca, un helado de nata aporta unas 250 kcal de promedio, un helado de yogur alrededor de 150 y un yogur helado entorno a las 120-130 kcal. Si tomamos como referencia la leche entera «“ 70 kcal «“ está claro que «el yogur helado es el que más cerca está en composición y nutrientes a la leche. La diferencia en kilocalorías depende de otros ingredientes, especialmente el azúcar».

Por supuesto en la batalla de las calorías el ganador absoluto seria el yogur desnatado con sus 35 kcal. Por ahora el yogur helado que podemos encontrar en los supermercados está fabricado con leche entera, quizá porque su mercado está en familias con niños. Aunque Abel Mariné nos cuenta que «tecnológicamente es posible fabricar un helado con casi un 0% de materia grasa», como hemos visto en alguna yogurtería.

Pero no todo son las calorías. Una de las bazas del yogur helado es la aportación de calcio. Al menos este es uno de los aspectos que más destacan en la campaña publicitaria. El yogur helado mantiene los niveles de calcio de la leche de vaca, es decir 120 mg. por 100 gr. Pero en este aspecto el producto que sale mejor parado es el helado de yogur, que aporta un poco más de calcio, unos 150 mg. de promedio.

No nos olvidamos de los probióticos, los microorganismos que ayudan a mantener sana la flora intestinal, y que son propios de las leches fermentadas. Este es, sin duda, el valor añadido del yogur frente a la leche, los quesos y los helados. En este caso la duda es si, al ser microorganismos vivos, resisten la congelación. La clave, según Abel Mariné, está en mirar la etiqueta puesto que «en caso que no mantuvieran una elevada proporción de probióticos, no se autorizaría a indicar que es un producto que tiene el yogur como componente principal». La normativa exige un mínimo de 10 millones de bacterias por gramo de yogur.

La congelación alrededor de los -18 grados (temperatura de congelador) tiene un impacto sobre los probióticos, aunque esto se compensa con una población inicial más alta. Si no se deja el yogur helado demasiado tiempo fuera del congelador y se respeta la fecha de caducidad «el aporte de probióticos es comparable al de un yogur normal y mantiene todos sus efectos beneficiosos».

En definitiva, el yogur helado es básicamente esto, yogur. Una alternativa al helado con menos calorías que el tradicional sandwich de nata y sobretodo con el efecto beneficioso de los probióticos. Un producto que ha conseguido hacerse un lugar en los lineales de los supermercado y que promete ofrecer nuevas versiones en el futuro bajo la etiqueta de alimento sano. Solo deseamos que no acabe con el helado de toda la vida.