En términos nutritivos se puede decir que el yogurt es uno de los alimentos más completos que existen, dado su aporte equilibrado de proteínas, grasa, hidratos de carbono, calcio y fósforo. Es por ello que está especialmente recomendado en épocas de crecimiento y es muy utilizado en regímenes de adelgazamiento, y para la dieta diaria de diabéticos o enfermos del aparato digestivo. A continuación te ofrecemos esta guía práctica para preparar tu propio yogurt.
1. Coloca la leche en una cacerola a fuego moderado hasta que esté casi a punto de hervir. Es importante que no hierva para que el proceso se realice correctamente.
2. Retira del fuego y deja que se enfríe a temperatura ambiente hasta que al meter el dedo meñique sientas que, aunque esté caliente, lo pueda sostener 5 segundos. Esto es a una temperatura de 45 °C (alrededor de ½ hora desde que se apaga la hornilla). En caso de que se haya enfriado más de lo debido, puedes volver a calentar la leche.
3. Colocar la leche en un recipiente (preferentemente de vidrio o plástico grueso) que no esté muy frío, y mezclar con dos cucharadas con fuerza para que se mezcle bien.
4. Si optaste por otro tipo de recipiente debes taparlo muy bien con un paño limpio o, si hace frío, con doble paño para que mantenga esa temperatura la mayor cantidad de tiempo posible. Lo ideal es dejarlo dentro del horno apagado, pero esto no es necesario cuando hace calor. Tiene que reposar en un lugar cálido y seco.
5. Dejar reposar un mínimo de 7 horas o toda una noche hasta el otro día.
6. ¡El yogurt ya está listo! ahora puedes endulzarlo a gusto o agregarle lo que desees, desde esencia de vainilla, pulpa de frutas, cereales y hasta mermelada. Luego, a la nevera. Si lo conservas en un recipiente hermético puede llegar a durar una semana dentro de la nevera. Una vez abierto, sólo de cuatro a cinco días.
7. Antes de agregarle los complementos, reserva un poco de yogurt al natural para hacer más.