Con el boom de ventas del yogur griego, muchos fabricantes tradicionales se han lanzado a fabricarlo tratando de comerse una parte de este gran pastel. Sin embargo el proceso de fabricación del yogur griego es más laborioso y caro, ya que el suero láctico del yogur debe ser eliminado casi por completo. Al mismo tiempo, en la mayoría de los países no existen normas que regulen a qué producto se le puede llamar «yogur griego». Por estos dos motivos, muchas empresas están vendiendo como yogur griego, un simple yogur natural al cual le añaden espesantes como harina de maiz, saborizantes, proteínas y vitaminas para darle la misma textura, sabor, cremosidad y también el mismo valor nutricional que tendría un yogur griego auténtico. Entonces ¿cómo saber si un yogur griego es realmente griego?
El consejo definitivo para que no te «timen» es que te fijes muy bien en los ingredientes de la etiqueta. Afortunadamente para nosotros, las empresas están obligadas as colocar la lista de ingredientes en las etiquetas de sus productos. Un yogur griego auténtico sólo debe estar hecho con leche y probióticos activos (bacterias o microorganismos activos). Si encuentras en los ingredientes harina de maiz, o saborizantes, u otro tipo de cosas extrañas, probablemente estás ante un producto que no tiene nada que ver con el yogur griego auténtico, aunque lo hayan etiquetado como tal.
Pero ojo, este «engaño» legal no sólo se produce con los yogures. Cada vez hay más productos en otras zonas del supermercado que dicen contener yogur griego, sobre todo productos envasados, cereales y aperitivos (patatas fritas, etc.). Este tipo de productos sólo tratan de hacer creer que son beneficiosos para la salud, únicamente agregando las palabras mágicas «yogur griego» a su etiquetado. Nada más lejos de la realidad, la mayoría de estos productos no tienen ni por asomo los mismos beneficios para la salud que el yogurt griego real.