Nuevo estudio reabre el debate sobre la leche: ¿beneficia o perjudica la salud?

Hay determinados temas en alimentación que parecen generar un interminable debate, y la leche protagoniza un gan número de ellos. Cada cierto tiempo aparecen nuevas publicaciones que reavivan la polémica, pues así ha ocurrido con un nuevo estudio que reabre el debate sobre el consumo de leche. ¿Es saludable o es perjudicial? ¿Tomamos demasiada leche?

Un equipo de investigación de la Universidad de Uppsala (Suecia) liderado por Karl Michaëlsson ha presentado recientemente un estudio que parece concluir que un consumo elevado de leche puede estar asociado con una mayor mortalidad y con fracturas óseas en mujeres y hombres. Publicado en el British Medical Journal, este estudio ha vuelto a poner en el punto de mira las recomendaciones dietéticas sobre la leche.

¿En qué consiste este nuevo estudio?

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La investigación partió con el objetivo de comprobar si había correlación entre el consumo de leche en adultos y un aumento de la mortalidad y fracturas de huesos en los dos sexos. Para ello se analizaron datos obtenidos a largo plazo, durante algo más de 20 años. Se tomaron como base del estudio dos grandes grupos, uno de 61433 mujeres y otro de 45339 hombres, con edades comprendidas entre los 39 y 79 años.

A estos sujetos se les preguntó sobre sus hábitos alimentarios, prestando especial atención al consumo habitual diario de leche, dando a las mujeres un segundo cuestionario en 1997. Los investigadores emplearon estos datos para elaborar su estudio comparándolos con los generales obtenidos por las autoridades sanitarias suecas.

Las conclusiones del estudio determinan que las mujeres que consumían tres o más vasos de leche al día tenían un mayor riesgo de muerte y también de sufrir fracturas óseas. En el caso de los hombres, también se elevaba la mortalidad pero de forma menos pronunciada, y no se manifestó un menor riesgo de sufrir fracturas.

Analizando un poco más

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Bien, estas son las bases esenciales sobre las que se sustenta la investigación del equipo sueco. Pero, ¿cómo hay que interpretarlas? A pesar de que las conclusiones parecen claras, los mismos responsables recomiendan tomar con cautela estos datos y animan a la comunidad científica a seguir investigando sobre el tema.

Hay muchos factores a tener en cuenta que nos impiden extrapolar los resultados a un nivel absoluto. En primer lugar, recordemos que es un estudio basado en evidencia observacional, pues se limitaron a recoger datos de cuestionarios y a compararlos con otras bases de información. Son muchas las variables que han podido jugar un papel en los resultados finales.

A pesar de que los investigadores quisieron indagar en el riesgo de osteoporosis y fracturas típicos en edades superiores a los 40 años, quizá convendría abrir el espectro y analizar el efecto de un alto consumo de leche en personas más jóvenes. Además, ¿influye en los resultados que los sujetos sean suecos? Recordemos que los europeos del norte tienen un mayor índice de intolerantes a la lactosa la intolerancia a la lactosa afecta de forma distinta a la población en diferentes lugares del mundo.

El estudio tampoco distinguió entre tipos de leche. ¿Es lo mismo consumir leche entera que desnatada? Esto me lleva a pensar si algunas de las personas encuestadas no consideraron «leche» algunos preparados azucarados, batidos o cafés con otros ingredientes. ¿El problema está en la propia leche, o en la grasa y el azúcar que se le pueda añadir? ¿Y qué hay de los hábitos de vida generales? ¿Cuál es la influencia del ejercicio físico en los efectos?

Leche no; lácteos fermentados sí

Yogures caducados – 3

Hay que destacar también que este estudio se ha centrado sólo en la leche en sí misma, no en otros productos lácteos. De hecho, se apunta a que un componente específico sea la causante de los posibles efectos negativos, la galactosa, monosacárido presente en la leche que es sintetizado para producir lactosa, el llamado azúcar de la leche.

Derivados lácteos como los quesos y el yogur contienen niveles mucho más bajos de galactosa y además contienen fermentos que hacen que sean productos mucho más fáciles de digerir y con efectos beneficiosos en el organismo. El yogur es un alimento especialmente recomendable gracias al efecto probiótico de las bacterias que contiene.

¿Qué dice la comunidad científica?

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Son muchos los expertos que no se arriesgan a lanzar ningúna sentencia clara en torno al consumo de leche. En los últimos años se han ido realizando muchos estudios sobre el tema, con múltiples revisiones y meta-análisis que han intentado despejar las dudas sobre los posibles efectos perjudiciales o beneficiosos de la leche.

Como señala Mary Schooling de la Universidad de Nueva York, este estudio apunta a una asociación pero nunca a un vínculo directo entre el consumo de leche y la mortalidad. Son hallazgos preliminares sobre los que es necesario seguir investigando, sobre todo teniendo en cuenta los hábitos de alimentación generales junto con los modos de vida de la población, sin olvidar que son diferentes en distintas partes del mundo.

Recientemente se ha estado debatiendo mucho sobre los posibles efectos perjudiciales de la leche en la salud, desde su relación con algunos cánceres, diabetes, obesidad. etc. Es un tema que preocupa especialmente a padres de niños pequeños, pues parece que los defensores y detractores de la leche son igual de radicales a veces en sus argumentos.

Luis Jiménez, a quien entrevistamos en Directo al Paladar, recopiló en su blog una completa lista de estudios y artículos que contradicen los argumentos en contra de la leche, y nuestros compañeros de Bebés y Más nos hablaron de la creencia de que su consumo produce mocos. Otros profesionales como la dietista-nutricionista Lucia Martínez prefieren mantener una posición cauta intermedia.

¿Y qué hacemos los consumidores?

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Desde las grandes instituciones médicas y sanitarias se recomienda el consumo habitual de lácteos, incluyendo la leche, en la dieta diaria, y son muchas las investigaciones que apoyan sus efectos beneficiosos en la dieta. Pero al mismo tiempo vemos aparecer estudios de diversa naturaleza que apuntan a que la leche podría tener efectos perjudiciales. Ante esta situación, ¿qué hacemos los consumidores?

Lo que parece claro es que falta mucho por investigar y contrastar. En cualquier caso, creo que la gran diversidad que existe entre la población mundial, tanto genéticamente como en modos de vida, hace difícil establecer unos criterios fijos inamovibles en recomendaciones dietéticas. Defenestrar la leche sólo porque sí no me parece muy lógico, pero tampoco ignorar los posibles efectos negativos que puede tener su consumo en determinadas condiciones.

Yo apuesto por el equilibrio y el sentido común. Si te gusta la leche y te sienta bien, sigue disfrutando de ella, pero siempre con mesura. Ahora bien, sí me parece imporante señalar que los lácteos no son la única fuente de calcio para nuestro organismo ni tienen por qué ser la más importante. Como siempre, lo mejor es apostar por una dieta variada y equilibrada.

En conclusión

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El mundo de la alimentación y los modos de vida están en continuo cambio, y la ciencia está continuamente replanteándose sus criterios. Es positivo que haya una investigación constante sobre temas como el del consumo de la leche, pero siempre tomando los resultados con cautela. Me dan mucha rabia los titulares sensacionalistas que aprovechan la publicación de cualquier estudio para lanzar mensajes radicales que sólo contribuyen a confundir al lector.

Hay muchos ejemplos de alimentos que hasta hace unos años se atacaban y ahora se defienden como saludables, y viceversa. Es necesario mantener un espíritu crítico y algo escéptico, confiar en las autoridades pero también tenemos que preocuparnos de mantenernos informados contrastando distintas fuentes, ya que en estos temas las cosas nunca suelen ser blancas o negras.

Una cosa sí tengo clara como consumidora: no hay alimentos mágicos. Nos han querido vender la leche como la panacea alimentaria, como si fuera la única fuente de calcio en nuestra dieta, y eso sí que no me gusta. Además, aunque fuera el alimento más sano del mundo, beber tres o cuatro vasos al día nunca tendría sentido si luego nuestra dieta es pobre y no hacemos ejercicio.

Estaremos antentos a los estudios e investigaciones que continúen publicándose a partir de ahora, pues aunque los resultados del trabajo del equipo de Michaëlsson no pueden ser concluyentes, sí que apuntan vías de análisis interesantes de cara al futuro. Mientras tanto será mejor que sigamos apostando por una dieta equilibrada y variada.