El yogurt, vedette de la dietética moderna (1° parte)
El yogurt es un aliado de la dietética moderna. Más allá de las imágenes idílicas de los anuncios rebosantes de cuerpos esculturales, al margen de la parafernalia de los creadores de publicidad, está el yogur, un producto que todavía hace 40 años se vendía en las boticas y ahora, además de un grato alimento, es uno de los mejores aliados de la salud.
El yogurt es leche fermentada. Verdadero.
Es leche fermentada, acidificada y coagulada por la acción conjunta de dos bacterias lácticas que responden a la denominación de Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, la primera aporta acidez y la segunda aroma. Las dos bacterias vivas viven en simbiosis (una para otra) y se complementan. En menos de tres horas transforman la leche en yogur mediante una multiplicación fantástica porque reproducen a razón de 100 millones por gramo.
El consumo de yogurt es grande. Verdadero.
En España se consumen 400 millones de kilos al año de yogur, cerca de 10 kilos persona y año o media docena de yogures al mes. Los yogures con sabores suponen casi la mitad de las compras, un 40 por ciento corresponde a los naturales, un 8 por ciento a los de frutas y un 4 por 100 a los líquidos. La media de consumo comunitaria es de 11 kilos anuales, por lo que no se puede negar nuestra afición a consumirlo.
Es un producto que se digiere muy bien. Verdadero.
Al transformarse la lactosa en ácido láctico por acción de las bacterias, el proceso hace las veces de una pre digestión, razón por la que las personas que tienen intolerancia a la lactosa (se calcula que un 30 por 100) y por lo tanto, a la leche, digieren y asimilan bien el yogur. Algunas personas digieren mal el café con leche de la mañana y echan la culpa al café, aunque la realidad es que no toleran la lactosa de la leche por falta de un fermento adecuado, la lactosa.
Es un alimento vivo. Verdadero.
Cada gramo de yogur debe contener al menos, 10 millones de bacterias vivas por gramo y es algo que caracteriza también a otras leches fermentadas como el kéfir, un producto ácido «“ alcohólico de gusto ligeramente picante muy popular en Rusia, y el koumis, algo más alcohólico y que originalmente se elaboraba con leche de yegua.
El yogurt es la bebida de la longevidad. Verdadero y Falso.
Tiene su propia leyenda, la de garantizar la longevidad. Con frecuencia se recoge la foto de algún vejete búlgaro, georgiano, o turco, casi siempre con buen aspecto, que ha llegado a centenario y todos los días toma yogur. Desgraciadamente, no hay con o yogur o sin él, ninguna receta segura para llegar a viejo.
Lo que sí es cierto que se digiere mejor que cualquier otro derivado lácteo, contiene proteínas predigeridas, vitaminas del grupo B, calcio, fósforo, pero de panacea universal nada de nada. Las tesis de Metchnikoff, un investigador ruso que afirmaba que la vida de los que tomaban yogur a diario era más larga, no fueron jamás probadas. Pero favorece la regulación de la flora intestinal, facilita la digestión y asegura una rápida asimilación del calcio y fósforo, durante sus 24 días de vida. El yogurt también diurético y ligeramente laxante.